Indígenas Urbanos en Santa Cruz


Mesa redonda con: José Parapaino, Porfirio Oreyai y Lázaro Tacoo.

Por: Redacción Mojón 21


Con la finalidad de recoger las impresiones que tienen acerca de la vida, la política y del hombre indígena inmerso en el ámbito urbano, invitamos a las instalaciones de fBDM Santa Cruz a Lázaro G. Tacoo Laberan, José Parapaino García y Porfirio Oreyai Tabann a un Mesa Redonda que tuvo como tema inicial las causas y motivaciones de la inmigración de los indígenas a la ciudad. Los participantes hablaron desde sus experiencias personales.



Migración campo-ciudad

José explica: “Nosotros, chiquitanos de Lomerío, llegamos a Santa Cruz el 85, aproximadamente. ¿El motivo? En nuestra comunidad no había estudios secundarios. Entonces teníamos que trajinar en caballo desde Lomerío a San Ramón para alcanzar luego a la ciudad de Santa Cruz. Nuestros primeros asentamientos fueron en la CIDOB porque no teníamos dónde más ir en ese entonces.

Los jóvenes, en su mayoría, vienen a Santa Cruz buscando ingresar a la universidad; pero el que quiere permanecer en la comunidad, como se dice: “se queda nomás a cuidar su chaco”. En las mujeres también hay mucho interés por superarse. Eso sí, nosotros tenemos la tendencia a volver a nuestro pueblo para contribuir al desarrollo. Hoy, tenemos indígenas médicos, veterinarios y otros profesionales gracias a becas que se vienen proporcionando a los pueblos indígenas.


Cuando yo gané una beca a los Estados Unidos me di cuenta que los norteamericanos ya presentían que Evo Morales sería presidente y por esa razón otorgaron becas a los indígenas universitarios (porque antes las becas eran solo para los hijos de los ministros y diputados). Si hubiéramos accedido desde un principio a esas becas, hoy estaríamos mejor en cuanto a recursos humanos”.

Porfirio cuenta una experiencia parecida: “Yo vine a Santa Cruz el año 92, también por estudios. En mi comunidad solo había nivel secundario hasta segundo medio; entonces, para terminar el bachillerato buscamos la manera de llegar aquí y gracias a una institución llamada ARTECAMPO conseguí una beca. Aprendí a hacer artesanías (yo dibujo y pinto) y allí trabajábamos durante día y estudiábamos por la noche; de esa manera salí bachiller. Más adelante intenté entrar a la universidad pero en ese tiempo no tenia recursos económicos para hacerlo. En Urubicha existen hoy entre 30 y 40 bachilleres, de los que un 80% se viene a Santa Cruz a estudiar. La principal razón por la que los demás no vienen es por el tema económico, y no así porque no deseen estudiar”.

Lázaro concuerda desde su vivencia, diciendo: “Mi papá, por ser enfermero, tenía posibilidades económicas para hacerme estudiar en mejores condiciones, porque todo pasa por el tema económico. En este sentido, otros compañeros —cuyos padres eran agricultores— no tenían oportunidad de estudiar; no podían soportar la situación y abandonaban el colegio para dedicarse a trabajar. Yo tuve la posibilidad de entrar a la universidad, estudiaba Filosofía y Letras en La Paz y luego en Cochabamba, pero tuve que abandonar mis estudios por un año; esto porque cuando mis hermanos crecieron, todos querían estudiar, y no era factible el que mi padre soportara toda esa carga económica. Entonces yo me dedique a trabajar durante un año en el parque industrial de Santa Cruz. Allí trabajé en Fideos “Famosa”, en Coca-Cola y en la Heladería
Santa Cruz. Todo eso con el fin de ahorrar lo suficiente para continuar estudiando.

Yo creo que, si en cada comunidad hubiesen escuelas agropecuarias, escuelas técnicas o internados donde los comunarios puedan asistir para estudiar sin dejar de trabajar, especializándose en el área agronómica, ganadera u otra, la situación del campo cambiaría. De esa manera, al salir bachilleres, aún sin posibilidades de continuar estudios superiores, igualmente tendrían con qué defenderse laboralmente”.


Opciones laborales, problemas y expectativas de los indígenas en santa cruz

José: “Además de estudiar, muchos de los hermanos de Urubicha, por ejemplo, se dedican a la música, la artesanía y la pintura. La gente de Lomerío se las arregla haciendo de albañil, artesano o chapista. En cuanto a las mujeres, mayormente vienen a Santa Cruz a trabajar de empleadas domésticas. Trabajan de día y estudian de noche.

Los indígenas estamos dispersados, distribuidos en diferentes barrios de esta ciudad pero, a la vez, se puede decir que existen barrios con mayor concentración de indígenas. Por ejemplo: los ‘guarayos’ se concentran en el “Barrio Los Mangales”, en el 4to Anillo. Los chiquitanos están dispersados por todo el “Plan 3000”, la “Villa 1ero de Mayo”, en ‘los Chacos’ y en ‘la Oriental’, siempre del 4to Anillo hacia afuera. Los chiquitanos de Lomerio, por ejemplo, se reúnen para hacer deporte los domingos; a jugar fútbol en el barrio Oriental; y los guarayos en el barrio La Madre, por Los Mangales.


Para José, el problema más pesado para los jóvenes universitarios indígenas es el pago del alquiler de sus viviendas, a lo que Porfirio acota: “Es verdad. Llega el fin de mes y se tiene que ‘cumplir’, sino: ¡afuera!. Ese es el problema más grande que tenemos los que venimos de provincias”.

En esa misma línea, Lázaro aporta: “Cuando uno viene a la ciudad, lo primero que busca es trabajar en lo que sea. Uno no puede escoger. Mi vivencia es muy particular, pero mientras fui estudiante y luego, cuando fui profesor en mi pueblo, siempre impulsé a seguir estudiando a los futuros bachilleres; les decía que la formación, estudiar, era lo que tenían que hacer para defenderse a cualquier nivel; porque generalmente el indígena es tímido y ante cualquier ‘carajazo’ del ‘patrón’, se asusta. Estudiar es la mejor arma de ‘autodefensa’.


Pienso que para los indígenas que vienen a la ciudad con la aspiración de superarse laboralmente o estudiar, el ‘hacerlo’ implica de por sí un gran sacrificio. Si uno trabaja primero, lo hace ‘desde abajo’, haciendo trabajos pesados. Definitivamente uno tiene que estar dispuesto a sacrificarse, tiene que intentar entrar aunque sea a un instituto si no te alcanza el dinero para ingresar a la universidad. Ese certificado del instituto te dará mejores opciones de trabajo; tal vez para conseguir un trabajo más ‘liviano’. Entonces, si uno está decidido a entrar a estudiar en la universidad, ya con ese trabajo liviano puede uno costeársela”.

Discriminación en la ciudad

Lázaro: “Particularmente yo no he sentido discriminación en mi juventud porque yo estudié en el interior. En La Paz me trataban de ‘camba’, pero es un orgullo que te digan ‘camba’. No hay razón para enojarse. Cuando llegué a Santa Cruz a convivir con los citadinos fue muy distinto; porque yo tenía lo que se dice: ‘verba’. Recuerdo que me decían: ‘Lázaro, vos no sos indígena’. Y yo decía: ‘Pero por qué, si mi apellido es Tacoo, proveniente de una comunidad indígena’. Me respondían que los indígenas son tímidos. Por eso digo que mi experiencia es muy particular. Cuando, por ejemplo, me invitaban, en representación de los pueblos indígenas, a foros en la que participaban personeros de CAINCO, la CAO o el Comité Cívico, no me sentía mal. Más bien yo les decía a ellos que me encantaba participar en ese tipo de escenarios y que debería ser siempre así; que concertemos y converjamos con ideas, pero que aquello no quede en las reuniones, que salgamos afuera y lo pongamos en práctica. Lo digo porque, imagínese: salir de esas reuniones y cuando haya un paro cívico o haya convulsión social, la Unión Juvenil Cruceñista reprima a la gente humilde tal como sucedió el 2005 con la quema de las sedes de los hermanos indígenas”.

Porfirio: “Yo sentí discriminación cuando recién llegamos acá; más que nada en el colegio. Nunca faltan personas intolerantes con otras culturas. Cuando estábamos en el colegio, por el apellido que uno lleva te tomaban como si uno fuera ‘otra cosa’. Pero siento que eso ahora está cambiando. Creo que ese cambio es por el ascenso de Evo Morales al gobierno —y con él los indígenas al poder—; y hoy también existen leyes que nos permiten ser reconocidos. Ahora, por ejemplo, podemos hablar sin temor delante de otras personas en nuestro idioma originario. Sin embargo existen todavía quienes ejercitan el racismo, que a veces confunden las cosas e insultan así a los pueblos originarios. Por ejemplo: en un canal de televisión aparece una persona disfrazada de ayoreo y le dicen ‘guarayo’; eso de una manera resulta siendo una forma de discriminación e insulta. A esas personas les falta conocimiento acerca de las culturas originarias”.




José: “Creo que hoy la discriminación se da más hacia los ‘collas’. Recuerdo que hace diez años atrás, hasta en forma de burla te decían: ‘guarayo de mier…’. Se usaba así esa expresión. Hoy en día es diferente. Hoy escucho mas el: ‘colla de mier…’. Ya no se escucha tanto el ataque dirigido hacia las etnias propias de Santa Cruz. En ese sentido por ejemplo, fue sorprendente ver que las camisas chiquitanas estaban siendo usadas por personeros de la Gobernación. Aunque fue Evo quien empezó con lo de las camisas, más tarde copió la moda el mismo Gobernador Costas. Incluso he escuchado que en la Gobernación se habían ‘repartido’ identidades de los pueblos originarios entre los personeros, diciendo: ‘vos sos guaraní, vos guarayo’ y a otros ‘chiquitanos’. Así manejaban sus ‘grupitos’. Pero en todo caso desde entonces ha sentado real presencia la identidad genuína de los pueblos indígenas.


Otro ejemplo: cuando elaboraron las libretas de calificaciones escolares de la ciudad de Santa Cruz, todo el mundo decía que Evo Morales había mandado a hacerlas en quechua y aymara; sin embargo nadie cayó en cuenta que en realidad las libretas estaban impresas en chiquitano o en guaraní”.

Los indígenas y la política


Lázaro: “Dicen que cada uno es un mundo diferente, y por eso nace la política, para tratar de ordenar esos mundos diferentes. Evidentemente, felicitamos a los azules (MAS) porque gracias a ellos se han constitucionalizado ciertos derechos; al mismo tiempo que manifestamos a los VERDES que nunca (o tal vez de aquí a cien años recién) íbamos a lograr avances para los pueblos indígenas con ellos. 

En primera instancia es necesario diferenciar entre las dos gestiones del presidente Morales. En la primera gestión existió una coordinación constante del gobierno con los movimientos sociales. CIDOB y CONAMAQ hemos sido aliados del MAS, pero no militantes del partido. Por otra parte, en la segunda gestión hemos notado un cierto ‘endiosamiento’ del Presidente.

Entre algunos compañeros, siempre en broma, decimos que el ‘culpable’ es el vicepresidente: porque él le dice al presidente: ‘cada 100 años viene un líder’ y luego a Orinoca, el pueblo donde nació el presidente, lo instauran como ‘lugar sagrado’. En ese sentido vemos que el presidente se ‘endiosa’ y deja de reunirse con los movimientos sociales. Es más, se atreve a decir públicamente que pierde tiempo hablando con los campesinos; o que los indígenas son unos chantajistas. Entonces, a diferencia de la primera gestión donde los ministros trabajaban obedeciendo a los movimientos sociales, hoy los ministros ven el ejemplo de Evo Morales y no escuchan a las bases.

Claro ejemplo de ésto es que cuando estábamos en procura de coordinación con el Ministerio de Autonomía para avanzar sobre el tema autonómico, sucede el problema del TIPNIS, y ¿qué pasa entoces? El gobierno manifiesta: ‘quieran o no quieran los indígenas, sí o sí va a haber carretera’. Entonces, abiertamente se ha ‘estrellado’ contra nosotros y eso es lo que más duele.

Por otra parte, también tuvimos también una mala experiencia con la ‘derecha’. Cuando se venía el referéndum por la autonomía departamental, la información estadística de que disponíamos demostraba una drástica reducción de recursos para el departamento y es así que optamos por apoyar la autonomía departamental aunque la pregunta no incorporara la autonomía indígena. Decidimos hacer campaña por la autonomía departamental siendo, como somos, de la misma región; y pensábamos después sentarnos a debatir lo nuestro ya a nivel departamental. Sin embargo cuando solicitamos dialogar con ‘los de acá’ nunca nos abrieron las puertas.

Es por eso que se dió la polarización. Para los pueblos indígenas del oriente era necesaria una alianza con los movimientos sociales de occidente y con el MAS, porque aquí en la región no nos escuchaban. Ya con el transcurso del tiempo vimos que los extremos tampoco son buenos”.

José: “Hace tiempo se venía alertando a las bases sobre estas cosas porque —como se dijo— la primera gestión del gobierno de Evo Morales fue apoyada ciegamente. Hablar de una derecha en las comunidades era ‘para echarle wasca a uno’. Todo era ‘con’ el MAS.

Pero ahora en esta segunda etapa los comunarios se están dando cuenta que la pelea del MAS es por la tierra, y están aconteciendo muchos avasallamientos a tierras fiscales.

Al mismo tiempo, hay una invasión de los empresarios a las comunidades. Por ejemplo: en Lomerío ha entrado una empresa extranjera sin consultar a la comunidad; comprando, sobornando dirigentes, sin respetar la voz misma de la comunidad. Por otra parte, en todos los municipios indígenas hay pugnas políticas entre derecha e izquierda; pero hay un detalle: la gente ha ‘despertado’. Prueba de ello ha sido el resultado de las elecciones de abril en mi municipio, San Antonio de Lomerío. Antes los partidos políticos tradicionales nos ‘compraban’ con una gorra, un machete y un poco de alcohol. Ahora la gente no se deja engañar. Esto, porque saben que los regalos vienen de su plata también. Ahora ya ‘no te la charlan’. Si algún político lleva regalos, se los acepta; igual, después se vota en contra”.



Porfirio: “Siempre hay pugnas por el poder. Pero pienso también que gracias a este gobierno la gente comenzó a darse cuenta de las cosas. Antes sólo se aprovechaban de nosotros, de nuestro voto: no habían proyectos, no se veía el trabajo de los políticos; hoy la gente se involucra más y ya no se deja engañar”.