Editoriales



Editorial
Mojón 21, Nº 4, Diciembre 2011

Uso de la tierra, migración y medioambiente en Santa Cruz
Los ejes del desafío



La VIII Marcha Indígena en defensa del TIPNIS nos dejó a los bolivianos, entre otras cosas, el importante legado de lograr que concentremos nuestra atención en el modelo de desarrollo económico vigente y su impacto en el medioambiente. Cuestionó de fondo las formas de desarrollismo que no reparan en la sostenibilidad y cuyo único norte es el beneficio económico a corto plazo.
            
Para Santa Cruz, el debate sobre un modelo de desarrollo productivo, sostenible a lo largo del tiempo, es ahora un tema central e ineludible. No es razonable ni eficiente, continuar expandiendo la frontera agrícola haciendo de cuenta que la tierra y los recursos que en ella existen son infinitos. Las tierras con mejores condiciones productivas en el departamento son las que se encuentran  entre las cuencas de los ríos Grande y  Piraí. Ambos cursos de agua se encuentran seriamente amenazados debido a la contaminación de sus aguas por residuos de procesos industriales y agrícolas; a esto se suma la deforestación de sus márgenes. Esta es sólo una de las principales evidencias que debe motivarnos para ajustar el modelo agrario en Santa Cruz.
            
Es necesario revisar y mejorar el sistema de producción agrícola, orientándolo al uso más eficiente de la tierra, con el fin de incrementar la productividad de los cultivos, antes que buscar la habilitación de nuevas áreas agrícolas. En el caso de la caña de azúcar, por ejemplo, el rendimiento en Bolivia es de alrededor de 60 toneladas por hectárea, en tanto que en Brasil o Colombia supera las 100. En el caso de la soya, la media en Bolivia es de 2.3 toneladas por hectárea, en Argentina y Brasil se superan las 3 toneladas por hectárea. El frejol cruceño tiene una producción promedio de 1.2 toneladas por hectárea, mientras que en los países vecinos la misma es de 2 toneladas por hectárea. Estas cifras se repiten a lo largo de todos los cultivos que se dan en el departamento. Lógicamente, el impacto de esta baja productividad se multiplica en cada una de las dos millones de hectáreas que se dedican a la producción agrícola en el departamento.
            
El Choré y Guarayos son las principales reservas forestales de Santa Cruz. Actualmente ambas se encuentran avasalladas y en peligro de desaparecer con la consecuente disminución de la humedad y fertilidad de los suelos en la principal franja territorial agrícola de nuestro departamento. En el Choré, la presión viene de grupos de cocaleros y colonos campesinos, quienes pugnan por hacerse con las tierras existentes en el lugar con el fin de expandir sus cultivos. En el caso de la reserva forestal de Guarayos, la agresión al bosque es generada por grandes productores agrícolas, quienes están asentados al interior de la Reserva y a cada año que pasa la deforestación ocasionada es mayor, ante la mirada pasiva de las autoridades competentes llamadas a garantizar su resguardo. La situación de la tercera reserva forestal del departamento, el Bajo Paragua, es igualmente complicada. Recientemente también le tocó ver amenazada su integridad como efecto de asentamientos de campesinos que talaron el bosque e hicieron desmontes.
            
Necesariamente, todo lo anterior indica que en Santa Cruz deben generarse políticas públicas capaces de dar respuestas integrales a los impactos ambientales del modelo de desarrollo productivo existente, equilibrando los resultados económicos con la necesaria sostenibilidad ambiental y haciendo mayor incidencia en la productividad de las tierras cultivadas. Por otra parte, es imprescindible formular las políticas públicas pertinentes para encarar de forma más ordenada la migración en el oriente boliviano. Los asentamientos no pueden estar regidos por lógicas prebendalistas o de cálculo político que pasan por alto los impactos de la actividad humana en el entorno.
            
Esta tarea pendiente debe ser asumida en el presente para seguir produciendo, pero a la vez dejándoles un futuro posible a las generaciones que vendrán.


Gustavo Pedraza




Subeditorial
Mojón 21, Nº 4, Diciembre 2011

Bloques, disgregaciones, emergencias y vitalidades



La llegada del MAS al poder y la primera gestión del presidente Morales estuvieron marcadas por la cohesión del bloque histórico que comenzó a estructurarse, en la memoria corta, desde la guerra del agua en 2001. Los contenidos cohesionadores del mismo estaban contenidos en la agenda de octubre, que comprendía principalmente asamblea constitiyente, nacionalización de los hidrocarburos e inclusión política de los indígenas.


Entre 2005 y 2009, la agenda de octubre, en sus líneas principales, logra ser cumplida. Entonces el fin último del bloque histórico es alcanzado en las elecciones presidenciales de diciembre de 2009, cuando éste se hace con una victoria del 64% y con eso asugura la derrota del bloque opositor. A su vez que este es el súmmum del bloque histórico, marca también el punto en el cual éste se agota.  Cumplida las metas de octubre y derrotada la oposición, quienes lo componían regresan a sus espacios sectoriales naturales. Incluso el MAS, que funcionó como el articulador político del bloque, deviene en el partido político de gobierno en funciones con los retos propios de quien tiene que lograr resultados en la gestión para mantenerse en el poder. Las banderas políticas que le sirvieron para empoderarse hoy son parte de un pasado; para algunos, incluso heroico, pero pasado finalmente.


En su segunda gestión gubernamental, la agenda del presidente Morales y del MAS se ve afectada por las demandas sectoriales y las reivindicaciones de quienes componían el bloque histórico; toda vez que han retornado sus espacios y lógicas tradicionales. Esto genera un marcado giro hacia lo económico por parte del oficialismo. Tal es la relevancia de este nuevo eje para y la fuerza de el movimiento indígena del oriente boliviano; hecho que cuestiona medularmente el discurso sostenido hasta ahora por el oficialismo y pone en duda la construcción del Estado plurinacional.


Sin embargo, los hechos suscitados alrededor del TIPNIS constatan lo siguiente: el proceso político que inicia en 2001 goza de excelente salud en el presente, a tal extremo que quienes protagonizan los hechos que impactan significativamente en el campo político son los actores del mismo. La emergencia autónoma del movimiento indígena del oriente renueva la política boliviana. A su vez, el protagonismo de las fuerzas tradicionales preexistentes al proceso político actual, tiende a cero y su imagen cada día se desvanece de la escena, como una postal antigua, como recuerdo vago. 

Pablo Javier Deheza



Editorial
Mojón 21, Nº 3, Septiembre/Octubre 2011

Repensar la Economía Cruceña



Sólo la ciudad de Santa Cruz de la Sierra pasó de tener un millón cien mil habitantes en 2001 a más de dos millones en 2010. ¿Cómo no va a ser necesario reflexionar nuevamente la realidad de este departamento y de su gente dado el ritmo de los cambios y su creciente protagonismo nacional como vanguardia económica del país?. 


¿Hacia dónde vamos? ¿Quién nos guía? Sin ir muy lejos, ¿quién piensa en el departamento que en 2015 tendrá más de cuatro millones de habitantes? Pero pensando ya a largo plazo, ¿por qué no lanzamos el estandarte de aquí a 2050 y comenzamos a imaginar qué tipo de sociedad queremos construir hasta entonces? 


Tomemos los datos que vemos presentes actualmente en la capital cruceña. El 67% de sus habitantes tienen trabajos por cuenta propia, sólo el 22% cuenta con aportes en alguna forma de seguro de vejez o jubilación, y apenas un 27% cuenta con cobertura de salud —de los cuales la mitad se remite al servicio de la CNS. El 62% de los hogares cruceños no tiene capacidad de ahorro; y de los que lo hacen, la mitad logra ahorrar menos de cien bolivianos al mes. No es posible soslayar que todo lo anterior nos está hablando de un modelo de desarrollo con serias deficiencias; un modelo que ha generado y está generando brechas a futuro que necesariamente tendrán que ser resueltas para lograr un crecimiento armónico que haga sostenible socialmente al departamento. Las manifestaciones de violencia por parte del pandillaje y la cada vez mayor inseguridad ciudadana no son otra cosa que los síntomas de la exclusión y desigualdad en la que está derivando nuestra sociedad urbana. De no atacar a tiempo y estructuralmente éstas exclusiones económicas y sociales, corremos el riesgo de ser una más de las ciudades rodeadas de miseria, violentas e inseguras de Latinoamerica. Si bien ésta es una condición generalizada en el país, debemos tomar el desafío de empezar a revertir la misma desde Santa Cruz. Dado su protagonismo económico, le toca asumir al departamento este reto como una de sus principales tareas en estos tiempos.


La realidad económica del centro de Santa Cruz de la Sierra, de sus nuevos nodos urbanos emergentes donde se concentran recursos —tales como el Plan 3000, Pampa de la Isla o la Villa Primero de Mayo— y del norte integrado, contrastan sensiblemente con las realidades de las comunidades indígenas, de las poblaciones del Chaco y los valles, e incluso de las diversas zonas de expansión urbana en la capital en las que las condiciones de vida son muy distintas a las de las primeras.


El modelo de desarrollo que hasta ahora hemos venido asumiendo los cruceños nos ha servido para posicionarnos como el referente económico del pais, pero a medio siglo de su existencia ya es necesario ajustarlo; no solo a las nuevas condiciones de la economía y sociedad global y nacional, sino a nuevos tiempos que implican nuevas expectativas y justas demandas de equidad en la distribución de la riqueza y de cuidado más efectivo de los recursos naturales y el medio ambiente.


Este tercer número de Mojón21 intenta sembrar las bases para este debate que es muy pertinente e ineludible. Nos toca la tarea de volver a pensar a esta Santa Cruz —que tanto queremos— para dibujarle su nuevo rumbo, para que nuestros hijos y sus hijos vivan mejor que nosotros.


Gustavo Pedraza


Subeditorial
Mojón 21, Nº 3, Septiembre/Octubre 2011

Indígenas Vs. Indígenas
Discriminación en tiempos de Cambio


Uno de los grandes desafíos que se planteó el gobierno del presidente Evo Morales fue la lucha contra la discriminación y el racismo. Un país como el nuestro, con su particular historia e idiosincrasia, por supuesto que necesitaba urgentemente curarse de estos males sociales que veníamos acarreando desde antes de ser república. Noble visión la asumida entonces por el MAS y el actual proceso. Sin embargo, a seis años de tener un gobierno que reivindica el indigenismo muchos de los códigos discriminatorios, racistas y subalternizadores continúan en vigencia, siguen hiriendo la memoria colectiva de las bolivianas y bolivianos.

Las declaraciones de un alto dirigente campesino, en sentido de que la carretera que atravesaría por el TIPNIS los sacaría de su condición de “salvajes”, evidencian que los contenidos racistas y discriminatorios no han sido superados todavía. No habiendo bastado lo anterior, el mismo alto dirigente señaló, al momento de disculparse por lo dicho previamente, que los indígenas “tienen puchichis, tienen sarna, tienen mal de ojos”.

Estos contenidos se ven también reflejados en las declaraciones de algunas autoridades en sentido de que los indígenas de tierras bajas estarían siendo manipulados por terceros en el caso TIPNIS, negándoles de esa forma su condición de seres humanos con inteligencia e iniciativa propia capaces de asumir por sí mismos sus propias luchas reivindicativas. Subyace en ello la idea de que los pueblos indígenas no pueden ejercer de manera autónoma su destino y son siempre tutelados; uno de los núcleos del pensamiento colonial que éste proceso pretendía revertir.


Pablo Javier Deheza



Editorial
Mojón 21, Nº 2, junio 2011

Debilidades y desafíos en el campo político cruceño


Como consecuencia natural del derrumbe del sistema político tradicional y la emergencia de un nuevo bloque político, acompañado del protagonismo indígena, no es de extrañarse que la disputa por el poder se haya intensificado en los últimos años, particularmente en Santa Cruz. He aquí una síntesis de algunos de los hechos centrales que han dado forma al escenario político cruceño en el contexto actual:

1. La demanda autonómica, que fue acertadamente articulada con las aspiraciones históricas de la sociedad cruceña, logró cohesionar y movilizar a la población en torno a este objetivo bajo el liderazgo del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Con la poderosa bandera autonómica de su lado, la dirigencia local desafío al MAS calificándolo como enemigo del departamento. Incluso, en los momentos más duros, las movilizaciones  pretendieron impedir que Evo Morales pueda ejercer gobierno y tener presencia física en Santa Cruz.
2. Los resultados del referéndum ratificatorio del Presidente Evo Morales, efectuado en Agosto de 2008, provocaron, con evidente falta de cálculo, el primer grave traspié del liderazgo cruceño. Los sectores más radicales recurrieron entonces a la violencia para intentar instaurar una autonomía de hecho mediante la toma por la fuerza de las principales instituciones públicas. Ante estas acciones, la conducción cruceña fue tibia y su actitud llegó a ser entendida por la sociedad como permisiva. Esta conducta le restó legitimidad al liderazgo cruceño como conductor de un proceso de lucha regional y lo debilitó en su imagen democrática frente al gobierno del MAS, que se anoto una victoria contundente sin mayores esfuerzos.
3. El caso Rózsa y sus conexiones develaron otra debilidad estructural de la conducción política cruceña. En un conjunto de acciones en las que se vieron involucrados empresarios, logias, cívicos y políticos opositores, se puso en evidencia el elevado grado de ingenuidad existente entre la dirigencia del bloque que pretendía disputarle el control del poder al MAS. Esta fue otra oportunidad muy bien aprovechada por el gobierno nacional para desmantelar al “estado mayor” de su oposición política, articulada desde el oriente.
4. Si bien los anteriores errores debilitaron al liderazgo cruceño, el mismo se re articuló para encarar las últimas elecciones nacionales, departamentales y municipales con el objetivo central de evitar una victoria del MAS en el departamento. Los resultados obtenidos en los comicios de noviembre de 2009 y de abril de 2010 le renovaron fuerzas, credibilidad y legitimidad a la dirigencia cruceña. La clara victoria del oficialismo local en la Gobernación y la Alcaldía de la ciudad capital fue un claro mensaje de cuan difícil le será al partido de gobierno ganar por la vía de los votos estos preciados espacios de poder.
5. Con el antecedente reciente de la pérdida del control de la bancada parlamentaria cruceña por parte del oficialismo departamental a finales de marzo del presente año, en mayo, al cumplirse un año de la gestión del Gobierno Departamental Autónomo, sale a la luz otra ausencia de cálculo: se subvalora el conflicto de un curul indígena y, al dejar que el problema crezca sin trabajar una solución creativa, se dio lugar a un nuevo punto de conflicto. Como resultado, la bancada indígena, con el apoyo del MAS, logró posesionar a su asambleísta Yuracaré-Mojeño. Este hecho modificó notablemente la correlación de fuerzas al interior de la Asamblea Legislativa Departamental, además de provocar una evidente crisis en la alianza del oficialismo local; la misma que hasta el cierre de esta edición no había sido resuelta.

Estos hechos políticos muestran claramente que la conducción del liderazgo cruceño, enarbolando la bandera autonómica, fue acertada  hasta  Septiembre del 2008. A partir de ahí, con un paréntesis en las elecciones nacionales y departamentales, se cometieron fallas inequívocas en la conducción política táctica. Las mismas pueden ser comprendidas como  síntomas de la inexistencia de un proyecto político estratégico alternativo al proyecto del MAS y de un instrumento político capaz de enfrentarlo con algún éxito. No hay un balance entre el tamaño y la fuerza del bloque de gobierno y las fuerzas de oposición presentes en el escenario. Resistir y oponerse no es suficiente para al menos equilibrar la disputa; máxime cuando el discurso de la élite cruceña aún mantiene muy estrecho el acceso a la visión de la totalidad de actores presentes en el departamento. El MAS, por su lado, aunque ha salido airoso recurrentemente, tampoco ha logrado imaginar un proyecto político capaz de conquistar a las grandes mayorías cruceñas; para esta formulación le resulta difícil aproximarse a los códigos culturales cruceños y a la comprensión de la magnitud del fenómeno económico que tiene lugar en Santa Cruz. Actualmente está pactando con actores económicos del departamento en los diferentes espacios sectoriales, aunque sin la voluntad de ceder en el campo político —aspecto que contribuye muy poco para hacer sostenibles estas alianzas necesarias para ambas partes—.

De todo lo anterior, se deduce que los sucesivos traspiés del liderazgo cruceño son atribuibles más a debilidades propias que a virtudes ajenas. Resultado hasta ahora: dos estrategias erráticas, desarraigadas de la Santa Cruz real y profunda, con suma cero para el país en su conjunto. Los tiempos para reformular estrategias equivocadas y renovar rumbos en política suelen ser cortos, por ello urge que las líneas de acción se replanteen desde ambos lados o, en su caso, que emerja un tercer actor capaz de interpretar correctamente lo que hace falta.

Es necesario articular el proyecto de desarrollo y visión nacional que Santa Cruz necesita en este Siglo XXI. La locomotora económica del país requiere, además de su fuerza productiva, una visión y dirección política, que acompañe su buen desempeño económico y promueva su cohesión social.

Gustavo Pedraza



Subeditorial
Mojón 21, Nº 2, junio 2011

Santa Cruz, entre dos estilos de liderazgo

Rubén Costas y Percy Fernández encarnan mucho del imaginario cruceño; ambos son líderes queridos y tenidos a bien por la mayoría de los habitantes del departamento. El respaldo que lograron en las últimas elecciones da fe de esto. Sin embargo, existen marcadas diferencias entre uno y otro liderazgo.

Rubén Costas es el caudillo de la autonomía departamental, el férreo opositor al proyecto del MAS. Su discurso ha estado caracterizado por un contenido polarizador y una tónica decidida. Eso sí, sin caer en los radicalismos más extremos. En su línea, afirmó que no negociaría nunca con el partido de gobierno y no dudó en llamar traidores a quienes supuestamente lo hicieron. Esto se reflejó finalmente en la actual situación al interior de la Asamblea Legislativa Departamental, en la que tales afirmaciones cerraron a su agrupación sobre sí misma. Paralelamente, el MAS se mostró abierto a negociar con otras fuerzas y mantuvo de su lado a la bancada indígena.
Percy Fernández, por lado, ha tenido la habilidad para mantenerse alejado de los escenarios de la confrontación directa con el gobierno y supo pactar espacios con el MAS a fin de asegurar la sostenibilidad de su gestión. Ha entregado poder y a cambio ha resguardado el que ostenta. Él no es ajeno a la práctica política y su bagaje emenerrista le permite moverse con destreza en las actuales corrientes del escenario político.

Quizás la imagen que mejor representa a ambos estilos es la que se vio durante los cabildos y asambleas masivas de años atrás. Mientras el gobernador llevaba el estandarte de la oposición, el alcalde mantenía su distancia y permanecía en un segundo plano. Al final de cuentas, parece que detrás de su sonrisa habitaba quien en verdad medía y sopesaba las circunstancias con sentido pragmático.

Pablo Javier Deheza

Editorial
Mojón 21, Edición inaugural, febrero 2011

Este es el primer número de Mojón21. Nacemos con la intención de aportar a  la construcción de un renovado  pensamiento político desde Santa Cruz, tratando de expresar  la pluralidad ideológica y cultural de nuestro departamento.
Un mojón es un punto de referencia que señala el límite de un  territorio  o que indica la dirección  de un camino. Eso queremos ser, una señal para la ruta cruceña de este siglo. Los cambios sucedidos en  los últimos años obligan a diseñar  un nuevo rumbo para Santa Cruz. Este trabajo que debe apoyarse en lo avanzado hasta ahora, en esa vitalidad productiva que nos ha marcado como el motor  económico de Bolivia y en nuestra diversidad étnica cultural que nos plantea el nuevo desafío de construir, desde nuestra tierra,  la Bolivia del Siglo XXI.

No es posible pensar hacia dónde tenemos que ir si no reconocemos de dónde venimos; si no comprendemos y aceptamos nuestra formación social como es y no como quisiéramos que sea. Santa cruz es un conglomerado cosmopolita, una simbiosis de culturas e identidades venidas de todos los rincones de Bolivia y del mundo, donde ninguna se sobrepone a la otra sino que todas se aceptan y complementan para convivir pacíficamente con sus propios rasgos. Como debe ser y como ha sido en otras sociedades de la historia universal.
La tarea del momento es encontrar y caminar hacia el nuevo rumbo, mirando mas allá de contradicciones con el gobierno de turno y construyendo un liderazgo a la medida del desafío. Hoy más que nunca debemos generar nuevas ideas, mirar nuestra historia con ojos mas abiertos, repensar nuestra  política. Debemos producir  más y distribuir mejor la riqueza. Es tiempo de ceder y compartir el poder para ser de verdad una sociedad democrática y moderna. Es tiempo de preocuparnos también por nuestro entorno natural, de cuidarlo para que nuestros hijos y sus hijos lo disfruten como nosotros.

Nuestras  expectativas y esperanzas son más grandes que las respuestas hasta ahora recibidas; de los unos y los otros. Nuestras aspiraciones deben estar más allá de las disputas y ambiciones de poder  de grupos locales y extraños. Nuestro futuro no puede depender de lo que hagan o no hagan otros. Nuestros logros deben ser el resultado de lo que sea capaz de hacer nuestra propia  fuerza e  inteligencia.

Mojón21 aspira a  ser un referente en este proceso de reconstrucción ideológica. Un lugar de encuentro entre creadores y lectores siempre libres y comprometidos con  la construcción de una sociedad con más democracia y menos pobreza. Esta es una aventura que recién comienza, su tiempo es largo y nos anima la convicción de que juntos podremos lograr días mejores.

Gustavo Pedraza

Subeditorial Mojón 21, Edición inaugural, febrero 2011

Es inevitable considerar el peso de la coyuntura económica actual al momento de realizar el análisis político del país. En todo lugar, para bien o mal, son los resultados en la economía los que han de verificar el éxito o el fracaso de una gestión o visión de país.

Nuestro país se mueve pendularmente, en la administración de la cosa pública, entre un enfoque economicista y otro de orden sociológico. Hoy prima el segundo.

A partir de 2003 caen los paradigmas neoliberales y el saber tecnocrático queda fuera del discurso protagónico del poder en Bolivia. El reemplazo lo constituyen contenidos sociales que tienen que ver con reivindicaciones de larga data, empoderamiento de sectores ciudadanos empobrecidos e históricamente marginados, recuperación de imaginarios culturales, y afirmación de identidades anteriormente invisibilizadas.

El modelo neoliberal acabó reduciendo su comprensión de la realidad social a cifras macroeconómicas. Por su parte, el actual enfoque social acaba soslayando el razonamiento económico a la hora de realizar gestión; esto se da, entre otras razones, por la comprensible necesidad de establecer claras diferencias respecto al modelo anterior y por la preeminencia de intelectuales que vienen del campo sociológico en las esferas de decisión.

El proceso de cambio no es un proceso lineal. Es mejor comprenderlo como un proceso de aprendizaje entre todos. Estamos recorriendo sendas nuevas para la población boliviana y el país en su conjunto. Parte de ese ineludible ajuste permanente con la realidad consiste en la necesidad de formular un pensamiento de síntesis entre ambos enfoques, a partir de la validez de cada uno en su ámbito. Sociología y economía deben ir de la mano para evitar racismos, colas, discriminaciones, gasolinazos, marginalidades y subalternidades.

Pablo Javier Deheza