Agricultura cruceña y medio ambiente


POR HUÁSCAR AZURDUY

La agricultura desde sus inicios  supuso un impacto ambiental en los medios donde se establece. Hay que talar bosques para habilitar suelos de cultivo, construir  embalses de agua para regar, canalizar ríos, etc. La agricultura moderna ha multiplicado los impactos negativos sobre el ambiente. La erosión, destrucción y salinización del suelo, la contaminación por plaguicidas y fertilizantes, agotamiento de acuíferos, la deforestación y la pérdida de biodiversidad, son problemas que deberían estar insertos en las agendas de desarrollo de los países y regiones ante la crisis ambiental que recrudece a nivel global.
  • Santa Cruz es un departamento cuyo escenario geográfico tiene influencia sobre cinco grandes ecoregiones: el Bosque Chiquitano, Bosque Boliviano Tucumano, Chaco, Cerrado, Bosque Amazónico y Pantanal.
  • Cada ecoregión es producto de procesos geológicos y climáticos complejos dados a lo largo de millones de años, los mismos que han determinado sus características actuales en biodiversidad, paisaje y estructura de sus bosques y suelos. 
  • Desde la perspectiva ecológica, cuatro de estos grandes sistemas fueron impactados considerablemente por la actividad agrícola: el Bosque Chiquitano, Bosque Amazónico, el Chaco y el Cerrado.
Contexto económico del departamento y la agroindustria

Sin duda, la agroindustria cruceña tiene hoy en día un peso capital en la economía nacional, aspecto que determina el que Santa Cruz sea el departamento que más aporta al Producto Interno Bruto (PIB) nacional (30,6%), liderando con $us 463 millones los aportes al Tesoro General de la Nación (TGN), lo que significa un 40,1% del total nacional por conceptos de recaudaciones impositivas y aduaneras.

La evolución de la economía de Santa Cruz está fuertemente vinculada al incremento de la inversión y en especial la inversión privada productiva que permitió no sólo aumentar el crecimiento del producto regional y nacional, sino también iniciar una mayor diversificación de la actividad productiva basada principalmente en la agropecuaria, la agroindustria y la industria en general además del comercio, las finanzas y los servicios.

La participación del sector agropecuario del departamento en el PIB nacional es por demás significativa, representando el 42,5% del sector a nivel nacional. De acuerdo con la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), el agro cruceño no sólo desarrolló inversiones que van por el orden de los $us 3.500 millones sino que la superficie cultivada a nivel regional representa el 62% del total nacional generándose así $us 370 millones en divisas para el país por concepto de agroexportaciones.

Esta dinámica de crecimiento departamental se apuntaló principalmente al influjo del desarrollo registrado en el subsector de la agroindustria, impulsada por la creciente producción de soya, algodón y caña. El año 2002, el PIB departamental de Santa Cruz fue de 2.363 millones de dólares americanos, mientras que el PIB Nacional fue de 7.790 millones de dólares americanos. El mismo año, las principales sub-actividades productivas del departamento de Santa Cruz fueron: la agricultura industrial, la industria asociada a la producción de productos alimenticios intermedios o de consumo final, el comercio, el transporte  y los servicios financieros. Estas actividades explican el 44% de producción del departamento aportado al TGN, ilustrando también que existe una evidente concentración de la producción cruceña en pocas actividades.

Como resultado natural de la mayor dinámica económica exhibida por Santa Cruz con relación a la economía nacional, la participación de la producción de bienes y servicios del departamento dentro de la producción total de Bolivia se ha venido incrementando de manera sistemática. Mientras que en 1990 Santa Cruz aportaba el 26,8% de la producción total nacional sólo por detrás de La Paz (27%), en los últimos años este aporte alcanzó a más del 30%, lo que implica que Santa Cruz se constituye en el principal departamento productor del país. Así, las economías de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, juntas, representan el 74% del producto del país.

Exportaciones

En el Sector Externo el importante crecimiento que vienen experimentando las ventas externas despachadas desde Santa Cruz (las que de enero a julio del 2004 totalizaron 728 millones de dólares americanos) destacando dentro de éstas las Exportaciones No Tradicionales – ENT (agroexportaciones, productos forestales y manufacturas) que aportaron con 359 millones al monto global, con una subida neta de 107 millones de dólares y un alza del 43% en términos relativos, comparativamente al mismo período del año 2003. 

En este sentido Santa Cruz ocupa el primer lugar en exportaciones bolivianas con el 50,7% del total; el primer puesto en las exportaciones no tradicionales del país con el 67,1% y también la primera plaza en las exportaciones tradicionales con el 36%. Según esta apreciación, el sector agroindustrial sigue siendo el motor de la economía y se percibe un crecimiento del sector servicio ligado a otros rubros como la tecnología, finanzas, telecomunicaciones y servicios a las empresas.

Entre los principales aportantes a las ENT de Santa Cruz destacan: torta de soya, 178 millones de dólares con una subida del 62%; aceite crudo de soya, 60 millones y 25% de suba; grano de soya, 16 millones; harina integral de soya, 9 millones; aceite refinado de soya, 9 millones; azúcar blanca refinada, 7 millones y aceite crudo de girasol, 6 millones.

Los principales países compradores, excluyendo las exportaciones tradicionales, fueron: Venezuela, 162 millones de dólares; Colombia, 53 millones; Perú, 43 millones; Argentina, 25 millones y, Chile, 19 millones.

Procesos de conversión (cambio de uso de suelos)

Entre 1984 y 2004, la superficie cultivada en el departamento de Santa Cruz se cuadruplicó de casi 300.000 hectáreas a 1,2 millones de hectáreas, siendo la soya responsable por la mayor parte de la expansión, seguida por el girasol. Se registran también frutas: 45.000 hectáreas el año 2004; hortalizas: 40.000 hectáreas; tubérculos: 34.000 hectáreas; otros cultivos: 5.000 hectáreas.

De hecho, para el año 2000, la soya representaba más del 40% del total del área agrícola sembrada de Bolivia y 70% de la de Santa Cruz. Le seguían en importancia los cultivos de girasol, sorgo, maíz, arroz y caña de azúcar. Entre otros rubros orientados tanto hacia el mercado interno como al de exportación, se encuentran las hortalizas y frutas, productos de alto valor unitario y de gran impacto social en los valles cruceños, importantes áreas de producción y de gran concentración de pequeños y medianos agricultores.

El área total convertida de vegetación natural a uso humano en el departamento antes de 1992, era de aproximadamente 1,8 millones de hectáreas, de las cuales 87% eran bosque, 6% chaco y 7% cerrado. En los siguientes 13 años (1992-2004), se convirtieron un total de 2,6 millones hectáreas adicionales, de las cuales 73% eran bosque, 16% chaco, 9% cerrado y 2% sabana. El área total convertida llegó a 4,3 millones de hectáreas en 2004, un 11,8% de la superficie del departamento.

Conversión y economía

El sector agropecuario de Santa Cruz registró un record en superficie cultivada durante la campaña de verano 2003-2004, impulsado por la expectativa de precios internacionales que ascendieron 12 puntos del precio más alto obtenido en 1996 en la soya.

El total de la superficie cultivada durante el verano 2003-2004 fue de 973.500 hectáreas frente a las 845.500 que registró el del verano 2002-2003, lo que implica un incremento del 15% de superficie, un aumento de la inversión fija en 65 millones de dólares y de capital operativo aproximadamente en 35 millones de dólares. Según la CAO, este incremento de cultivos significó también un alza en fuentes de trabajo directo generadas por esta actividad.

Impactos ambientales de la actividad agrícola cruceña

Sin duda la agroindustria es en Santa Cruz el rubro de mayor influencia socioeconómica y fue alrededor de la misma –a partir de la década de los años 50, fundamentalmente– que giró gran parte de su crecimiento demográfico y económico, su vertebración caminera y la urbanización del departamento.
Si bien desde los años 70 ya se hablaba de agroecología, o más adelante –entre los años 80 y 90– de sostenibilidad ambiental y económica, los resultados actuales de este proceso no se ajustan a una visión precisamente sostenible, siendo la desertificación de extensiones importantes de suelos, el desmonte de ambientes ribereños, la ruptura de la conectividad ecológica, los cambios climáticos locales y otros, síntomas evidentes de que el agro cruceño debe replantear sus sistemas de producción en plazos que deberían estar insertos en una agenda estratégica de desarrollo.

Escenarios futuros

Los efectos de los cambios climáticos en la producción, el recrudecimiento de la pobreza, la crisis en la calidad de vida a nivel global –fundamentalmente en los países en vías de desarrollo–, la crisis del agua, el calentamiento global y la arremetida sobre las áreas protegidas, son aspectos que en el futuro se exacerbarán al punto del colapso en la socioeconomía de los distintos países y regiones que no tengan la capacidad de tomar medidas efectivas que mitiguen tales impactos.

Santa Cruz no está exenta de esta realidad. Y es que algo está pasando mas allá de nuestros límites departamentales que, por ejemplo, repercuten de manera directa en nuestras fuentes de agua.

Según un estudio publicado a principios de 2009, la organización IRD (Instituto de Desarrollo de la Investigación, con base en París) estima que los glaciares de la Cordillera Real ubicados dentro de Bolivia, perdieron más del 40 por ciento de su volumen entre 1975 y 2006. El IRD indicó que el volumen se había mantenido relativamente constante hasta 1975, pero que desde ese año había disminuido rápidamente. Las cifras utilizadas en un informe del PNUD sugieren una disminución del 30 por ciento en la superficie total durante un periodo similar.

Generalmente se considera que la causa principal de este fenómeno es el incremento en las temperaturas del aire próximo a la superficie. Los estudios muestran un aumento de aproximadamente 0.10°C por década desde 1939, siendo los mayores incrementos los registrados durante las últimas dos décadas. La tasa de incrementos en las temperaturas casi se triplicó desde mediados de los años 70: de 0.32°C a 0.34°C por década.

Las temperaturas mínimas y máximas promedio en casi todo el norte del Altiplano y los valles se han incrementado entre 0.8 y 1.5° C en los últimos 30 años. Ha habido una leve disminución en el volumen total de lluvias, pero la distribución mensual varió considerablemente, sobre todo durante los últimos tres años. Las lluvias ahora se concentran durante los tres meses de diciembre a febrero, en vez de estar repartidas en un periodo más largo. Y durante el 2009 hubo un déficit significativo de lluvias. En Santa Cruz, se produjo un incremento de hasta 2°C durante el mismo periodo, y el patrón de las lluvias sufrió variaciones de una provincia a otra.

Un estudio realizado el  año 2005 por el Programa Nacional de Cambios Climáticos (PNCC) arroja resultados similares. Las temperaturas promedio mínimas y máximas se elevaron desde 1940 a 2004 en Santa Cruz, Beni, Cochabamba, Oruro, y Tarija, y descendieron en Chuquisaca y Potosí. En el Altiplano, las temperaturas se elevaron entre 1.1°C y 1.7°C. En general, la mayoría de las 28 estaciones climáticas monitoreadas mostraron una disminución en las lluvias desde 1983, en comparación con los niveles históricos. Además, un estudio del Banco Mundial respecto al escenario para el año 2030 en el departamento de Santa Cruz, indica que si las tendencias actuales respecto al cambio de uso de suelos se mantienen, las lluvias disminuirán en un 22% y que la temperatura se incrementará en 1,7 °C.

Con este escenario futuro no cabe duda que la crisis vinculada no sólo a la producción agrícola sino a la seguridad alimentaria y salud humana se exacerbará ostensiblemente.

La problemática ambiental relacionada con el agro u otros ejes económicos traspasa las fronteras y se debe tomar referencia seria sobre lo que está pasando en otros países donde se tomaron decisiones equivocadas y/o no se aplicaron medidas correctivas a tiempo.

Uno de esos casos bien documentados es el del Mar de Aral (Rusia) donde según el informe de la FAO los impactos ecológicos incluyeron: contenidos de sal de los grandes ríos dos y hasta tres veces superiores a la norma, alta contaminación de cultivos agrícolas con productos agroquímicos, altos niveles de turbidez en las grandes fuentes de agua, elevados niveles de plaguicidas y fenoles en las aguas superficiales así como concentraciones excesivas de plaguicidas en el aire, productos alimenticios y leche materna; pérdida de fertilidad de los suelos,  inducción de cambios climáticos, importante descenso y extinción de especies animales, ícticas y vegetales, destrucción de ecosistemas importantes, descenso de 15,6 metros del nivel de agua desde 1960 (reducción de un 69 por ciento del volumen de agua) y desaparición de pesquerías comerciales con la consiguiente depresión socioeconómica.

Los impactos en la salud humana según ese mismo informe son: fiebre tifoidea (se multiplicó por 29 y el índice de morbilidad de hasta el 20%), la hepatitis viral se multiplicó por 7, la fiebre paratifoidea se multiplicó por 4; el número de personas con hipertonia, cardiopatías, úlceras gástricas y duodenales aumentó en más del 100%; aumentó igualmente el número de partos prematuros en un 31 % y los casos de cáncer de hígado escaló a más del 200%; el cáncer de faringe en más del 25% y el cáncer de esófago, así como presencia de cáncer en personas jóvenes, aumentó también en más del 100%. La mortalidad infantil se incrementó en más del 20 % sólo en el periodo 1980-1989. M