Los Valles Cruceños: Oportunidades de inversión rentable y a largo plazo


Por: Miguel A. Guzmán Mendoza


Un gran potencial yace en la paradigmática macroregión de los valles cruceños, porción de la increíble diversidad que caracteriza al departamento de Santa Cruz. Los valles cruceños muestran un nuevo marco de oportunidades de inversión para emprendedores bolivianos y extranjeros y constituyen, hoy por hoy, una sumatoria de capacidades ancestrales con fuerte identidad propia, allende ser una región ávida de innovación y de cambios trascendentales en las condiciones de vida de sus pobladores.

Entre varios otros, se pueden identificar en los valles cruceños cuatro sectores con gran potencial de desarrollo de negocios y con amplias posibilidades de cobertura de demanda interna —e incluso de exportación—, con atractivos niveles de rentabilidad y con proyección de escalabilidad: turismo, artesanías, frutas y hortalizas y vitivinicultura.


Turismo

La diversidad de atractivos turísticos naturales, manifestaciones culturales, folklore y acontecimientos programados, hace de los valles cruceños una región con proyecciones positivas para inversiones en hostelería y comercialización de paquetes turísticos. Algunos de estos atractivos ya se han convertido en productos consolidados y reciben de 10.000 a 25.000 visitantes cada año. En este sector sobresalen municipios como:


1. Samaipata. Cuenta con servicios hoteleros, gastronómicos, guías turísticos y transporte. Su producto turístico principal es ‘El Fuerte’ —declarado “Patrimonio Histórico y Culural de la Humanidad” por la UNESCO. Esta localidad recibe turistas nacionales y extranjeros además de albergar el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró —uno de los más ricos en biodiversidad en Sudamérica—, y donde ya se vienen desarrollando diversas iniciativas de ecoturismo y turismo de aventura.

2. Mairana. Favorecida por su famoso ‘Bosque de Helechos Gigantes’, también ofrece a los turistas hermosos paisajes y aventura. Los que la visitan acuden normalmente desde Samaipata y Santa Cruz de la Sierra. 

3. Vallegrande. Es también un destino turístico muy atractivo, siendo la ‘Ruta del Che’ su principal producto histórico, además de su singular riqueza histórica incluso anterior a los inicios de la República.

4. Comarapa. Con atractivos turísticos tales como ‘Laguna Verde’ y el ‘Jardín de las Cactáceas’, recibe también un importante fl ujo de visitantes de paso a Cochabamba y de comercio de productos
hacia otras regiones del país.


Artesanía

Las artesanías se han constituido en una de las riquezas tangibles más representativas, con productos relacionados a la identidad misma de esta macroregión. Es quizá el sector que mayor diversidad tiene —realizado por manos de mujeres en su gran mayoría—, caracterizándose hoy en día por actividades esporádicas en mayor proporción. Se constituye en un sector que, con apropiada formación empresarial y mejoramiento de la técnica y calidad, puede convertirse en generador de ingresos permanentes y por tanto en un negocio rentable para todos los actores participantes del desafío. Prácticamente todos los municipios tienen productos para ofrecer en este ámbito:

1. Artesanías tipo souvenir, como las ‘muñecas de chala’ y ‘sunkha’; tejidos para fabricación de alfombras, pisos, ‘chuses’, peleros, individuales, cinturones, bolsones, carteras y alforjas; cerámica moldeada y pintada a mano; y tallados y muebles de madera de alta calidad.

2. Productos de base alimentaria procesados artesanalmente: licores, vinos, macerados y mermeladas de fruta; panes, ‘chamas’, ‘roscas’ y galletas; queso criollo y ‘kjacha’; con posibilidades de procesar también quesos finos en condiciones climáticas ideales para producción lechera y quesera. También derivados de la miel en una gama grande de productos y subproductos, procesados por diversas asociaciones.


Todas estas actividades productivas gradualmente dejan de ser eventuales, convirtiéndose en negocios permanentes y rentables con experiencias emprendedoras concretas y ya consolidadas en el mercado en lugares como Vallegrande, El Trigal, Moro Moro, Comarapa, Samaipata, Pampagrande y Postrervalle. Por ejemplo, en Saipina se ha dado un interesante giro de timón a su potencial producción de ‘chankaka’, volcando su capacidad productiva al mercado de azúcar morena mediente inversiones
públicas y privadas. 

Frutas y hortalizas

Cerca del 59% de la población económicamente activa de los Valles Cruceños se dedica a la actividad agropecuaria, y un 60% de la provisión de frutas y hortalizas de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra proviene de esa región. Las características geográficas favorecen un potencial productivo inigualable en los 12855 km2 de territorio, con alturas que oscilan entre los 1000 y 3100 m.s.n.m.; temperaturas promedio menores a los 24°C; precipitaciones entre 1000 – 2600 mm; pendientes moderadas a muy pronunciadas y aptitud de uso del suelo para actividad agropecuaria y forestal con restricciones. Gradualmente se han establecido inversionistas privados con interesantes emprendimientos para provisión al mercado local, pero también con posibilidades de cobertura del mercado internacional:



1. El durazno, la manzana, el ciruelo, la chirimoya y la frutilla significan cerca de 1.900 Has en producción, divididas en pequeñas unidades productivas que abastecen principalmente el mercado cruceño. En este rubro se han venido dando iniciativas de negocios entre comercializadores de alimentos y procesadores, junto con asociaciones de productores en Saipina, Comarapa, Vallegrande, Moro Moro, Pampagrande, Mairana, Samaipata, Postrervalle y Quirusillas.

2. Hortalizas que actualmente cubren la demanda de Santa Cruz de la Sierra durante todo el año, con un flujo de comercio permanente y creciente. Se han identificado rubros con interesante proyección como el de ‘productos saludables’, en que se prevé cubrir nichos de mercado más selectos y con precios diferenciados.


Vitivinicultura

Gracias a las características geográficas de la macroregión, la actividad vitivinícola se constituye en uno de los rubros con mayor potencial para la región. Se estima que los valles cruceños poseen alrededor de un 60% del potencial vitícola de Bolivia y, por tanto, cualquier ampliación de la capacidad productiva y comercial de los vinos nacionales derivaría automáticamente en el establecimiento de viñedos en este territorio. Es, además, un rubro de amplia proyección comercial pues se inserta en iniciativas tales como el enoturismo (tipo de turismo dedicado a potenciar y gestionar la riqueza vitivinícola de una determinada zona), iniciativa capaz de anexar las bodegas y allenses a la Ruta del Vino que ya se ha establecido en Tarija, e incluso sumarla, en el mediano plazo, a la ya consolidada Ruta del Vino en la Argentina.


1. Uva para vinos en variedades tales como Cabernet Sauvignon, Tannat, Syrah y otras para producción de vinos artesanales de alta calidad; para singanis: Moscatel de Alejandría, Quebranta y otras que están en proceso de prueba en diferentes campos privados. Algunas bodegas tarijeñas han demostrado interés en ampliar sus viñedos principalmente en Samaipata, Mairana, y Vallegrande.

2. Uva ‘de mesa’, actualmente destinada al mercado cruceño, provenientes de micro-unidades productivas en Samaipata, Mairana, El Trigal, Vallegrande, Moro Moro, Saipina y Comarapa.


Todo este potencial productivo de los valles cruceños contrasta con el 33% de índice de Incidencia de Pobreza Extrema imperante en la región. Paralelamente, casi un 60% de su población en edad productiva genera sus ingresos por cuenta propia o no tiene un ingreso fijo. Esta situación, al tiempo de ser un problema, se convierte también en una oportunidad para llevar adelante emprendimientos en micro, pequeña y mediana empresa (MIPyME´s) con posibilidades ciertas de generar cambios transcendentales en las condiciones de vida de la población vallense y de todos aquellos que asuman el desafío de invertir en dicha región. Los valles cruceños son el resultado de un profundo sincretismo cultural y de un desarrollo histórico con diversidad productiva y singularidades más que atractivas para productores, procesadores, comercializadores y turistas.

Sin duda, podemos asegurar que esta macroregión se presenta como la sumatoria de capacidades ancestrales y modernas en un mercado de oportunidades nacionales e internacionales crecientes, sobre la base de iniciativas innovadoras rentables y, por sobre todo, con una identidad propia que ahora debe asumir el desafío de reinventarse y así ingresar en una nueva etapa de desarrollo económico local.