Santa Cruz hacia la economía plural en el nuevo Estado boliviano



POR MARIANO TERUGGI TONELLI

El debate político-ideológico en torno a la 'visión de país' marcó la agenda durante el período 2000-2008. Éste viene siendo resuelto por el pueblo boliviano de manera democrática a través de los mecanismos de nuestra democracia representativa, participativa y comunitaria apoyando un proyecto de país plasmado en sus rasgos centrales en la Constitución Política del Estado (CPE) vigente desde febrero de 2009. Actualmente se está dando el trabajo más a detalle con el desarrollo legislativo que está llevando adelante la Asamblea Legislativa Plurinacional desde enero de 2010 y que tiene como norte –o como sur-, la construcción de un Estado Plurinacional y Autonómico.

El desafío es pasar de la agenda política a la agenda económico-productiva, sin entender por ello que política, economía, cultura, etc., son compartimentos estancos, puesto que están estrechamente interrelacionados. En ese sentido, es más que oportuno debatir acerca del modelo económico, o mejor aún, del modelo de desarrollo que incluye al primero, pero también engloba otras cuestiones tan o más importantes como medio ambiente, tierra y territorio, entre otras. Todo ello en el marco de la economía plural establecida en la CPE.

Pues bien, ¿de qué se trata esto de la economía plural? Podrán hacerse grandes debates intelectuales sobre la cuestión, pero sería mejor partir de entender que al incluir la economía plural en la CPE lo que se hizo fue constitucionalizar un hecho de la realidad: que en la formación socio-económica de Bolivia han coexistido –no siempre pacíficamente- la economía comunitaria, estatal, privada y cooperativa. En todo caso, el debate debería estar centrado en torno a cómo relacionar estas cuatro formas de organización económica para cambiar nuestro patrón de desarrollo primario exportador, apostando a industrializar nuestros recursos naturales, con responsabilidad ambiental y justicia social, apostando a que los bolivianos y bolivianas podamos apropiarnos de la mayor parte posible del excedente económico en los sectores claves de nuestra economía: hidrocarburos, minería y agroindustria; pero también, fundamentalmente, cómo apoyamos la economía comunitaria rural y los micro emprendimientos urbanos responsables del 80% del empleo donde no existe excedente económico o éste es mínimo.

La economía cruceña en el marco de la economía plural

En lo que hace a la viabilidad de la economía cruceña en el marco de la economía plural, lo primero que se debe mencionar es que también en Santa Cruz históricamente han existido estas cuatro formas de organización económica. Claro que durante el modelo neoliberal (1985-2005) fue la economía privada la que sacó provecho de la liberalización comercial, la privatización de las empresas públicas y la desregulación de la economía. En este sentido, es posible afirmar que el debate sobre las dos Bolivias –o sobre los modelos económicos contraponiendo el “modelo cruceño” al “comunitario”–, parece falso puesto que el crecimiento económico de Santa Cruz desde mediados del siglo XX se basó en un factor que no está presente en el occidente del país: tierra abundante y barata. Por lo tanto, las condiciones particulares de este departamento no son reproducibles para otras experiencias.

Santa Cruz y el PIB nacional

También es importante señalar que el calificativo de “motor económico” de Bolivia otorgado a la economía cruceña fue una realidad hasta fines del siglo pasado siendo en la actualidad más bien un mito, puesto que desde entonces ha reducido su crecimiento o incluso se ha estancado. Esto ha resultado en una pérdida de participación en el Producto Interno Bruto (PIB). Es pertinente mostrar algunos indicadores que sustenten esta afirmación.

Como se puede apreciar en el cuadro Nº 1 la economía departamental creció a un ritmo más rápido que la de Bolivia hasta 1998, siendo que durante los últimos 7 años del modelo neoliberal la tasa de crecimiento se desaceleró sensiblemente siendo inferior a la nacional. Este patrón se ha mantenido en el período 2006-20093, durante el cual se llevaron a cabo transformaciones políticas, económicas y sociales estructurales que recibieron el rechazo de las clases dominantes y las elites cruceñas; las mismas que podríamos denominar burguesía si tuvieran un proyecto coherente de largo plazo que vaya más allá de levantar banderas políticas manipulando sentimientos populares profundos como la autonomía departamental.

A estas alturas es válido preguntarse si esto es lo que ha ganado Santa Cruz en su conjunto. Vale decir, seguir perdiendo el liderazgo económico y ver cada vez más lejos la posibilidad de asumir un liderazgo político. Todo parece indicar que la dirigencia de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Cámara de Industria y Comercio (CAINCO) han sabido leer la realidad cambiando de estrategia y buscando dialogar con el gobierno nacional y así poder concertar la agenda económica. Es cierto que tienen un papel importante por desempeñar en la industrialización de los recursos naturales, pero es igualmente cierto que el liderazgo político lo tiene un nuevo bloque de poder conducido por los pueblos indígenas, originarios y campesinos.

Volvamos a la pérdida del peso económico cruceño y tratemos de encontrar las razones. Si Tarija es líder en hidrocarburos y Potosí-Oruro en minerales, Santa cruz lo ha sido y lo sigue siendo en agropecuaria y agroindustria. Pues bien, resulta que el sector agricultura, pecuaria, silvicultura, caza y pesca de Santa Cruz ha ido desacelerando su crecimiento desde un promedio del 6,5% entre 1985 y 1998, al 5,0% entre 1999 y 2005, hasta el 1,6% entre 2006 y 2009.

Por su parte, uno de los resultados de la desaceleración del crecimiento de la economía cruceña ha sido que el departamento ha perdido posiciones en el ranking del PIB por habitante, puesto que de ser el primero en el período 1988-1998, pasó al tercer puesto para el promedio 1999-2005, mientras que Tarija y Pando dieron saltos importantes. Finalmente, en los últimos 4 años, a pesar de haber crecido de manera considerable el PIB per capita cruceño, ha descendido otro peldaño más siendo superado por el de Oruro.

Tierra, depredación, tecnología y productividad

Sin negar que la reconducción de la reforma agraria pudo haber generado inseguridad jurídica en la propiedad de la tierra, con sus consiguientes efectos en la producción agropecuaria -cuestión que ha dejado de estar latente con la garantía para la propiedad privada que cumpla con la FES en la CPE vigente-, mucho más significativo es el hecho de que la expansión de éste sector se basó en la ampliación de la frontera agropecuaria y en su explotación extensiva (desboscar, agotar el suelo y pasar a otro predio para desboscar y seguir agotando el suelo, en un círculo vicioso), con los efectos sociales y medioambientales por todos conocidos y que estamos respirando.

Entonces, uno de los desafíos pasa por realizar cambios estructurales en la forma de explotación dejando de lado al “modelo que funciona a leña”, para pasar a una explotación intensiva y tecnológica que respete el medio ambiente y las personas de manera que los incrementos en la producción se den en base a incrementos de la productividad y no en el área de producción/depredación.

Proceso de oportunidades para Santa Cruz

En suma, Santa Cruz debe mirar el actual proceso de cambio como una oportunidad histórica para su relanzamiento haciendo punta con el arranque del Mutún, la exploración de hidrocarburos, el incremento de productividad en el agro y la industrialización de los recursos naturales de una manera responsable con el medio ambiente. Como se ve, los desafíos para Santa Cruz son los mismos, con sus especificidades, que para Bolivia en su conjunto: derrotar la pobreza con generación de riqueza (igualando para arriba), pero buscando el teko kavi (‘vivir bien’ en guaraní) y no la ilusión de un progreso material que nunca llegó de manera generalizada sino para un pequeño sector de la sociedad. Y en este camino hay espacio para todas y todos: comunidades indígenas, campesinas, pequeños, medianos y grandes productores del campo y la ciudad, niños, niñas y adolescentes, personas de la tercera edad, comerciantes, transportistas, mujeres, intelectuales, profesionales, estudiantes y todos aquellos que apostamos por democratizar la economía, la política -y por tanto la sociedad-, desterrando la exclusión, el racismo, la discriminación y el colonialismo. Eso sí, los técnicos, profesionales e intelectuales de la Bolivia Plurinacional y Autonómica debemos comprender que en este proceso de cambio, el camino se hará debatiendo de igual a igual con las organizaciones sociales del campo y de la ciudad, porque ahora se trata de planificar y gestionar participativamente, con control social, para no volver al pasado donde una elite –incluso las bien intencionadas- decidían por las grandes mayorías. Porque en definitiva, los aciertos y los errores los disfrutarán o sufrirán quienes nunca recibieron más que unas gotas del “crecimiento”, para poder gritar en serio ¡Iyambae!. M