Asimetrías y desafíos del modelo económico cruceño





Dossier
Indicadores tales como el producto interno bruto, la deuda pública, la inflación y otras, sirven para tener un pantallazo general pero no alcanzan a reflejar la realidad concreta de la economía real, especialmente la de las familias. Mojón21, en este su tercer número, se propuso ponerle una lupa a los rasgos de la economía familiar de la capital cruceña. La información lograda — que consta en el presente Dossier—, es pertinente a la hora de repensar una Santa Cruz cuyas realidades social, política y económica van cambiando continuamente; generando múltiples retos para la toma de decisiones en cada uno de los niveles gubernamentales.


Ante los ojos de quien observa los indicadores macroeconómicos del departamento de Santa Cruz puede fácilmente aparecer la imagen de un modelo económico boyante y altamente productivo; como que el mito del Gran Paitití existe realmente y que la agroindustria cruceña es su más exitosa constatación. Sin embargo, cuando uno aproxima más de cerca la mirada aparecen los detalles que evidencian la fragilidad, inequidad y los desafíos que existen al interior de la economía cruceña; sobre todo en lo que hace a una mejor distribución de la riqueza y al acceso de sus habitantes a los servicios de salud, la educación y al derecho de disfrutar de una vejez digna.

I. EL HOGAR Y SU ECONOMÍA: CARACTERÍSTICAS Y COMPORTAMIENTOS

La familia es la unidad básica de cualquier sociedad y su análisis es necesario a la hora de comprender el tejido social en el que se desarrolla una economía. ¿La construcción de la familia de hoy se da bajo los mismos paradigmas que los de hace dos o cuatro décadas atrás? ¿Qué tan grandes son hoy en día los núcleos familiares en la capital del departamento? El 79% de los hogares cruceños no tiene más de seis miembros; poco más de dos tercios son grupos de entre tres a seis miembros. (Cuadro 1)

Se puede inferir también que la mayoría de los hogares cruceños son jóvenes; o bien que se están consolidando relativamente con pocos miembros. Esto se contrapone a la idea tradicional de la casa familiar en la cual convivían gran cantidad de miembros de la misma bajo un mismo techo.


Una tendencia que marca los tiempos actuales es que a mayor grado de instrucción académica de los padres, es menor la cantidad de hijos.

¿Cómo se sostienen económicamente los hogares cruceños? (Cuadro 2). Tan sólo un 31% de las familias de la capital cruceña se mantiene con el aporte económico de un jefe de familia; el 42% lo hace con el de dos y el saldo con el de tres o más. Es decir: más de dos tercios de los hogares cruceños necesitan de, al menos, dos fuentes de ingresos para poder sustentarse.

Esto último también significa que cada vez son menos las mujeres en condición de madres que tienen la posibilidad de dedicarse exclusivamente a la función tradicional de ‘ama de casa’ y es cada vez menos el tiempo de calidad compartido entre padres e hijos.


El estudio consultó acerca de la principal actividad económica del jefe del hogar: ¿En qué áreas económicas se desempeñan quienes sostienen las familias cruceñas? (Cuadro 3). La mayoría de los encuestados, un 82%, respondió señalando actividades laborales ligadas al sector terciario; es decir, a servicios y comercio, quedando un 14% al sector secundario (industria y construcción) y tan solo un 4% en el sector primario de recursos naturales, agricultura y ganadería. Hay evidencia clara que, en el área urbana, el sector que genera más empleo es el de los servicios y el comercio.

La tendencia es mucho más marcada cuando son los encuestados quienes responden acerca de sus propias actividades —la diferencia con la pregunta anterior es que respondieron por las actividades económicas de las cabezas de sus hogares—. (Cuadro 4). El 97% de los encuestados indicó trabajar en temas relacionados al sector terciario; 2% mencionó trabajos relacionados al sector secundario —industria y construcción—; y tan solo el 1% de los encuestados económicamente activos de la ciudad estaría en el sector primario (recursos naturales, agricultura y ganadería).







Disgregando el 97% que representa a quienes trabajan en el sector terciario (Cuadro 5), podemos apreciar que un 50% se dedica a actividades comerciales, 18% está compuesto por trabajadores no calificados y aprendices —quienes cobran por los servicios que pueden ofrecer en talleres o como trabajadores eventuales—, 12% son técnicos y profesionales de apoyo, 6% trabaja como profesional cobrando sus honorarios, 5% tiene su fuente laboral en el transporte, 5% son empleados de oficina y un 4% tiene otras actividades económicas.




¿Dónde es que los cruceños realizan sus compras diarias? (Cuadro 6) El resultado fue que un 83%, lo hace en mercados populares; 13% en supermercados; 3% en tiendas de barrio y 1% en otros lugares. Lo anterior indica que si bien existe un incremento de supermercados por toda la capital cruceña, los grandes sectores de la sociedad solucionan su abastecimiento cotidiano en los mercados populares. Pese a las carencias de salubridad y organización en los centros de aprovisionamiento masivo, estos parecen ofrecer ventajas comparativas importantes respecto a los supermercados. La creciente expansión de la oferta de supermercados y la gran concentración de las grandes mayorías en torno a los mercados populares son evidencia de la significativa brecha entre ricos y pobres en la capital oriental.





Finalmente y para redondear la comprensión de la realidad económica cotidiana en la urbe cruceña se consultó acerca del principal medio de transporte urbano regularmente utilizado por los ciudadanos: ¿Cómo se moviliza el cruceño? (Cuadro 7). El medio más utilizado por los habitantes de Santa Cruz de la Sierra es el transporte público masivo (69%), seguido por el uso de un vehículo propio (25%), en tanto que sólo un 5% indicó usar el taxi como medio más habitual.








Estos resultados señalan claramente la importancia y el impacto del transporte público masivo en la capital cruceña. Micros, minibuses y ‘trufis’ (taxis de ruta fija) son las formas de transporte masivo más utilizados. Consecuentemente, el peso del transporte público para la economía urbana es de alta relevancia y quienes proveen el servicio son un sector estratégico para la gobernabilidad y la producción en la urbe oriental. Así, se constata que el subsidio a los hidrocarburos no solo está a favor de agroindustriales y otros grandes empresarios, sino que beneficia a los sectores populares mayoritarios del país y, como en este caso, a las grandes masas de las zonas urbanas y periurbanas de Santa Cruz de la Sierra. De allí que una variación en el precio del combustible y su efecto en el del precio del pasaje de transporte público tendrá siempre un efecto notable en la economía popular. A la vez, al notar el crecimiento del parque automotor en Santa Cruz y la importante presencia de movilidades de lujo, retornamos a la consideración anterior acerca de la brecha existente entre ricos y pobres en el departamento.





II. ASPECTOS CUALITATIVOS DEL TRABAJO EN SANTA CRUZ DE LA SIERRA


¿Y qué hay acerca de la calidad de los trabajos? ¿En qué condiciones realizan sus actividades económicas los cruceños?

El primer aspecto que se hace necesario investigar es la forma de relación del habitante de Santa Cruz de la Sierra con su fuente de ingreso; si se trabaja como dependiente o por cuenta propia. Más de dos tercios, 67%, respondieron que son independientes y sólo un 33% indicó tener un trabajo como dependiente (Cuadro 8).

Estos reveladores resultados ponen de manifiesto el carácter informal de la economía cruceña. Si bien se podría decir que el modelo cruceño está basado en el emprendimiento privado y la iniciativa individual, no es menor la relevancia de la informalidad como una de sus principales características. Existe, en relación al tamaño de la población, una incipiente capacidad de contratación formal tanto del Estado como de la empresa privada.


El modelo económico cruceño parece más encaminado a condicionar a los individuos a valerse por sí mismos —en situaciones donde el más fuerte prevalece¬ como un principio del libre mercado— que a generar, efectivamente, condiciones de trabajo de alta calidad, con seguridad laboral, pensiones para una vejez digna y seguro de salud.

Preguntamos también: ¿Si tuviera la oportunidad de trabajar como dependiente en alguna empresa, con ingreso fijo y seguridad social, dejaría su actividad por cuenta propia? (Cuadro 9). Ante esta pregunta, la respuesta también fue significativa: el 54% de los encuestados dijo que no.



Si bien esto puede una vez más interpretarse como una reafirmación de la vocación emprendedora de los habitantes del departamento, también puede ser evidencia que la calidad en la oferta de los trabajos formales no parece compensar las condiciones del desempeño en los trabajos por cuenta propia.


En cuanto a la predisposición a cambiar el trabajo independiente por un empleo formal, existe una correlación respecto a la edad y el sexo. Los jóvenes y las mujeres están más predispuestos a optar por un trabajo formal. Por otro lado, las personas de otros departamentos y los nacidos en la capital cruceña están más arraigados en su actividad por cuenta propia y difícilmente la cambiarían; sin embargo, quienes vienen de las provincias cruceñas muestran ser más proclives a buscar una fuente de trabajo formal (Cuadro 10).

¿Cubren los cruceños sus necesidades básicas con su trabajo? (Cuadro 11). Una porción significativa, aproximadamente un 25% del total de habitantes de la capital oriental, afirma que sus ingresos no logran cubrir los gastos para su subsistencia.

El cuadro se vuelve real cuando se constata que el sueldo promedio de un guardia de seguridad en la ciudad actualmente es de Bs. 1.800. Esto quiere decir que dispone de Bs. 60 diarios para cubrir gastos de alimentación, higiene, transporte, vestimenta y alquiler de vivienda. Dada la actual situación económica del país, se entiende que muy difícilmente le alcanzará dicho sueldo para solventar las necesidades básicas una familia en la ciudad capital.


Los datos también indican que un 27% de los cruceños tiene más de un ingreso para ayudarse en su sostenimiento (Cuadro 12). Quienes disponen de ingresos económicos secundarios logran los mismos abriendo un pequeño negocio en casa, trabajando de taxistas por las noches, alquilando un ambiente del que disponen o realizando servicios tales como el lavado de ropa y otros en su tiempo libre. Las actividades secundarias a las que se dedican los habitantes de Santa Cruz de la Sierra no están insertadas en el circuito formal industrial o extractivo, sino que se dan — prácticamente en su totalidad—, en el ámbito de los servicios y el comercio (Cuadro 13). Sólo un 10% del total de encuestados afirmó contar con ingresos económicos ‘extra’ por concepto de recepción de remesas provenientes del exterior (Cuadro 14).

                                 


                                              

Si bien el segmento parece menor, su impacto en la economía cruceña en general no deja de ser significativo. La mayoría de estas remesas provienen de España y del resto de Europa alcanzando un notorio 73%, le sigue Argentina con el 13%, Estados Unidos (11%) y finalmente Canadá (3%). (Cuadro 15) La capacidad de ahorro, cruzada con la satisfacción de las necesidades básicas, señala qué tipo de economía tienen los cruceños urbanos.












III. AHORRO Y SEGURIDAD SOCIAL


Un 25% no cubre sus necesidades básicas, y por lo tanto no tiene capacidad de ahorro; un 37% cubre sus necesidadaes básicas con relativo éxito pero tampoco logra ahorrar; sólo un 38% tiene capacidad de ahorro y se administra en ese sentido (Cuadro 16). Sin embargo, la disgregación del 38% que efectivamente ahorra indica que la mitad apenas logra ahorros mensuales menores a Bs. 100. (Cuadro 17)

Finalmente, habremos de referirnos al estado de la seguridad social en la urbe cruceña. Como tal, se refiere a aquellos instrumentos que garantizan la subsistencia digna, el bienestar social y la protección social de las personas y familias, algo que se logra mediante instituciones de seguros de salud y jubilación.


De acuerdo a nuestro estudio, el 73% de los habitantes de la capital cruceña no tienen seguro de salud. Del 27% que sí dispone de seguro, el 48% está asegurado en la Caja Nacional de Salud. Infiere que sólo un 19% de los cruceños urbanos cuenta con seguros de salud de buena calidad (Cuadro 18). En cuanto a los servicios de jubilación o AFP’s, tan sólo un 22% respondió que aporta a alguno de estos sistemas. El 78% de los habitantes de Santa Cruz de la Sierra no aportan a alguna entidad que les asegure una jubilación y una vejez digna, situación que hace prever un difícil futuro para la actual población económicamente activa (Cuadro 19).






Los dos últimos cuadros (Cuadros 18 y 19) muestran el tamaño de las falencias que se están dando al interior del modelo económico cruceño. Nuestro capitalismo tropical —que hace énfasis en el crecimiento económico rápido— no está asegurando empleos estables y rentables que protejan la salud y la jubilación de los cruceños, así como tampoco se esta preocupando de la sostenibilidad ambiental de la producción agropecuaria.











IV. CONCLUSIONES:



Debilidades y retos del modelo productivo cruceño

La característica actual de la familia en Santa Cruz de la Sierra es su reconfi guración en torno a núcleos más pequeños.

La mayoría de los trabajos que realizan los cruceños se dan por cuenta propia, con bastante informalidad de por medio, en su mayoría en el ámbito del comercio y servicios. Estas características nos demuestran que la capital cruceña es una ciudad eminentemente comercial y de servicios.

Resulta entonces marcada la diferencia entre la economía rural, de producción agropecuaria, y la economía urbana; aunque claro está también el carácter complementario de ambas economías.

Los cruceños parecen verse empujados, a través del libre mercado, a buscar su sustento económico de manera independiente antes que a depender para esto de la oferta laboral en las grandes empresas o el Estado. A diferencia de la ciudad de La Paz, donde una signifi cativa parte de la población tiene trabajos en el aparato estatal, en Santa Cruz de la Sierra los individuos desarrollan sus actividades económicas con mayor diversificación.

El reto que salta a la vista para el modelo cruceño es el de comenzar a tomar en cuenta la gestión y protección social y del entorno ambiental.

Las falencias que existen en cuanto a distribución equitativa de la riqueza, acceso a la salud y una jubilación digna, muestran los desafíos a los tomadores de decisiones en el campo público y privado. Decisiones que deben comenzar a dar respuesta a los problemas planteados para construir una sociedad con mayor equidad y justicia.

La locomotora de Bolivia que aporta con más del 27% al producto interior de Bolivia, la que contribuye con casi el 50% de los impuestos al erario nacional, exporta más del 60% de las exportaciones no tradicionales del país, y la que posee uno de los mejores Índices de Desarrollo Humano, tiene, sin embargo, muchas dificultades. Dificultades que sólo pueden ser visibilizadas cuando se aplica una lupa. Por ejemplo, los estudios de percepción o de relevamiento de datos de instituciones especializadas nos permiten afianzar posiciones que muchas veces esconden las cifras macroeconómicas.

Si bien Santa Cruz ha tenido un signifi cativo aporte al país en términos económicos, también es cierto que ese aporte ha decrecido en los últimos años. La historia obliga a este departamento a volver a apretar el acelerador, puesto que el crecimiento demográfico intercensal del país es de 2.74%, mientras que el de Santa Cruz es de 4.23%. La alarma surge justamente porque la ciudad de Santa Cruz de la Sierra experimenta tasas de crecimiento demográfico explosivas, por encima del 6% anual, al ritmo de grandes urbes latinoamericanas como Buenos Aires o el D.F. en México, y ello es fruto de la migración del occidente del país y de las provincias hacia nuestra ciudad.

El crecimiento explosivo no es casual. Evidencia de ello es que en el anterior estudio sobre Transculturalidad y Migración de Mojón 21, No. II, casi el 70% de los encuestados han afirmado que sus padres son migrantes de otro departamento y de provincias del departamento1, lo que obliga a la región a desarrollar políticas para enfrentar de mejor forma a la ola de migrantes que se recibe.

Santa Cruz, al igual que Bolivia, tiene altas tasas de informalidad económica aunque el departamento no disponga de cifras exactas. Sin embargo, la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) estimó en Bolivia para el año 2005 un índice de informalidad económica del 67%, corroborado por el estudio realizado por dos profesores de la universidad de Linzt de Austria. Estos indicadores guardan correlación con la encuesta económica realizada en éste número, ya que se verifi có que el 67% de los entrevistados trabaja como independiente; es decir, ejerce actividades por cuenta propia. Muchos de ellos han tenido que desarrollar su propia estrategia de sobrevivencia ya que por la estrechez del aparato formal se ven a obligados a hacerlo. Precisamente, más de la mitad desempeña actividades en el sector comercio y servicios, parte del sector terciario. Este sector terciario constituye excelentes reductos para absorber mano de obra —preferentemente no calificada— y se convierte en una importante opción para personas que tienen dificultades para acceder a un puesto formal.

Destaca el hecho que al ser trabajadores independientes o ‘por cuenta propia’, es decir, sin patrones ni horarios específicos que cumplir, un 54% se muestran renuentes a dejar su actividad muy posiblemente informal. Esto, más que nada por el deterioro salarial existente en el sector privado y público formal —fruto de la estrechez de las empresas legalmente constituidas y por la sobreoferta de mano de obra por un puesto de trabajo.

Refuerza lo dicho el que un 73% no tenga acceso al seguro de salud de corto plazo con las graves implicancias que ello conlleva, y aunque los que sí gozan de ese privilegio en su mayoría son afi liados a la Caja Nacional de Salud (CNS), ésta entidad, que se encuentra colapsada —por manejos gremiales generalmente oscuros, excesiva centralización de las decisiones en la sede del gobierno y una cuantiosa deuda estatal, que a nivel nacional supera los Bs. 1.500 millones—, brinda un pésimo servicio de salud. El Estado es el mayor beneficiario de la CNS y es el peor pagador.

Igualmente alarmante es que el 78% no tenga acceso a la seguridad social de largo plazo, es decir: seguro de vejez, invalidez y muerte, dejando al grupo familiar (cónyuge e hijos menores de 18 años) desamparados en caso de cualquier contingencia. Éstas, son características propias del desenvolvimiento en un medio informal.


De especial importancia, la cifra de casi 70%, indicadora del medio de transporte urbano más utilizado (transporte público), enciende una otra alarma si se piensa en el muy duro golpe que significaría un eventual reajuste del precio de los pasajes para este segmento poblacional.


Con relación al aprovisionamiento y seguridad alimentaria, grandes márgenes populares (83%) se aprovisionan de alimentos en los mercados populares (aclarando que Santa Cruz de la Sierra es la ciudad que tiene mejores indicadores a nivel nacional en lo que concierne a la provisión de alimentos a través de supermercados, cuyos precios en los últimos años se han hecho más y más competitivos, aparte de brindar seguridad e higiene. No es casual el crecimiento vertiginoso de este sector, que ofrece mejores condiciones de manejo e infreaestructura que los mercados populares).


Preocupante es que un 73% de los encuestados señalen que no tienen actividades adicionales que les generen mayores ingresos económicos; y si bien muchos de ellos logran cubrir sus necesidades básicas, tienen una casi nula capacidad de ahorro. Cuando el 50% de los encuestados declaran que sólo pueden ahorrar un promedio de Bs. 100 al mes, muestra que estos grupos tendrán dificultades en el futuro, ya que una de las formas de mejorar nuestra calidad de vida es precisamente la capacidad de ahorro en el presente.

No cabe duda que hace falta que los cruceños nos sentemos a analizar nuestro futuro, concentrando nuestros esfuerzos en la cotidianeidad; es decir, en los aspectos micros; que no se ven pero se sienten. Hacen falta jornadas como aquellas “Jornadas Santa Cruz 2000” realizadas el año 86, para que los cruceños proyectemos la clase de departamento que queremos. De acuerdo con proyecciones del INE, el 38% de los pobres en Santa Cruz hoy superan el millón de personas de los cuales 700 mil estarían sumidos en la pobreza extrema; éstos últimos son 12 veces la población total de Pando, y más del 100% de la población total de Tarija, Beni, Oruro e incluso Chuquisaca.

Para superar estas situaciones es necesaria la participación del gobierno con políticas proactivas y que sea facilitador de la iniciativa privada. El 90% de los empleos son generados por este sector por lo que la política pública central y concurrente con las unidades territoriales autónomas debe  tener como lineamiento central el fortalecimiento de la infraestructura, acompañada de los sectores más infl uyentes en el Índice de Desarrollo Humano, salud y educación. No se quiere un Estado obstáculo, burocrático y mucho menos corrupto.


Se necesitan políticas urgentes para reactivar el aparato productivo cruceño. Por eso primero debemos sentarnos los cruceños a discutir nuestro desarrollo, a tratar de reducir la informalidad a costa de un fortalecimiento del aparato formal —tarea muy difícil, mucho peor cuando al frente no se tienen políticas nacionales para ese cometido y se deja a esos sectores bajo la doctrina liberal del laissez faire—. Pero debemos hacerlo, no tenemos otra salida, ojalá lo entienda la élite política y dominante de nuestro medio.