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POR DORIAN ZAPATA RIOJA

Nuevos tiempos se instalan. Las nuevas tecnologías y la interconectividad de los diferentes nos está hoy mostrando movimientos nuevos, ciudades y Estados en transformación y una sociedad global emergente. Asistimos a un contexto histórico particular: revoluciones con masiva participación de jóvenes en diversas partes del globo presentan ciertos trazos de unidad y similitud en cuanto a las características de los movimientos de protesta y las demandas que surgen de los mismos.


Movimiento 15-M: “¡Mis sueños no caben en vuestras urnas!”

El 19 de mayo, en la versión digital del periódico español ‘El mundo’ aparece la foto del presidente español José Luís Rodríguez Zapatero extendiendo la mano en señal de cordialidad bajo un titular que dice: “Zapatero califica al 15-M de protesta pacífica que merece nuestro respeto”. El texto que sigue señala que el mandatario afirma: “hay que escuchar a las personas que participan en el movimiento” y “hay que ser sensibles porque hay razones para que expresen ese descontento y esa crítica”. Debajo y al final de la nota, en la parte de comentarios, alrededor de 140 cibernautas lo censuran, le piden irse, le dicen cínico, que “no ve más allá de sus narices” y que el movimiento 15M en realidad protesta en contra de él y de lo que él representa.1

The Spanish Revolution, Indignados o Movimiento 15-M surge en mayo 15 de 2011 (de ahí el nombre) en más de cincuenta ciudades españolas donde se produjeron un sin número de acampadas, protestas, tomas simbólicas de espacios públicos y desobediencia civil durante más de un mes. Participaron ese 15 de mayo 20.000 personas en Madrid y 130.000 otras que se unieron en el resto del país, en su grueso jóvenes. La convocatoria a estas manifestaciones fue hecha vía internet por el colectivo Democracia Real Ya! (DRY) bajo la consigna: “Democracia real ¡Ya! Europa para los ciudadanos y no para los mercados: no somos mercancía en manos de políticos y banqueros.” Al DRY lo componen en su mayoría jóvenes blogueros y cibernautas que se definen como a-partidistas, a-sindicalistas, pacíficos, ajenos a cualquier ideología, más no a-políticos.

La indignación del movimiento se manifestó en contra de varios actores y problemáticas, como ser: la hegemonía del bipartidismo PP y PSOE (la alternancia sin alternancia), la corrupción y los privilegios de la clase política, la especulación y el sistema financiero, este último señalado como culpable de la crisis económica e inmobiliaria en España. También en contra de las medidas adoptadas en 2010 por el gobierno de Zapatero para paliar la crisis económica de 2008, que implicaban recortes de presupuestos al estado de bienestar y modificaciones a leyes de pensiones, laborales y la cuestionada Ley de Economía Sostenible y la ley SINDE2. Cabe resaltar que España presenta la tasa más alta de desempleo en la Unión Europea, afectando especialmente a la población joven.

Las propuestas del 15-M eran varias; reforma a la ley electoral; no financiación pública de partidos políticos; inhabilitación permanente de personas condenadas por corrupción; supresión de privilegios y publicación de patrimonios de cargos políticos; creación de mecanismos de control ciudadano; Iniciativas Populares Online; y por último un sistema de votación a través de la red que permita a los ciudadanos participar activamente en la democracia y no sólo durante las elecciones. Aunque hasta ahora no existe una propuesta económica conjunta —debido a que las diferentes ideologías al interior del movimiento, todavía no llegan a un consenso— las bases de demandas sociales con atisbos económicos se las puede notar en el manifiesto de DRY que apunta por ejemplo: “respeto por los derechos básicos, a saber: vivienda, trabajo, cultura, salud, educación, participación política, libre desarrollo personal y derecho a bienes de primera necesidad”3.

Los nutrientes del 15-M: Grecia, Islandia y la ‘Primavera Árabe

El 15M no es un movimiento aislado y único, otros movimientos de cambio y protesta conformados en su mayoría por jóvenes ya habían saltado a la palestra desde 2008. Entre ellos mencionamos a tres que consideramos relevantes y fuentes de inspiración al 15M, además de tener varias similitudes en su seno:

En Grecia de 2008 a 2011, bajo el rotulo de “No queremos pagar su crisis”, vienen sucediendo disturbios y protestas de jóvenes e inmigrantes en contra del sistema de partidos tradicional y las medidas económicas de privatización y recorte a los gastos públicos. Las manifestaciones coordinadas por internet, se dieron en más de 10 ciudades griegas y estuvieron caracterizadas por chispazos de vandalismo, pero también por formas pacíficas de protesta como ocupaciones simbólicas en toda clase de edificios públicos, teatros, radios, cadenas de televisión, bloqueo de calles, performances y conciertos.


El mismo año que comenzaron las protestas en Grecia —2008—, en Islandia la desregularización de los mercados financieros y privatización de los bancos produjo una crisis económica que llevó a los tres principales bancos islandeses a ser incapaces de refinanciar sus deudas, provocando fuertes alzas en la bolsa y el mercado inmobiliario, encareciendo el costo de vida de los islandeses. En Enero de 2009, a las afueras del parlamento, protestantes llamaban de forma pacífica a la renuncia del primer ministro Geir Haarde y el automóvil del primer ministro era bombardeado con huevos. El 26 de ese mes, a causa de la presión social, el Gobierno de Hardee dimite. Para 2010 los islandeses deciden en referéndum no pagar su deuda con un 93% de votos, se proponen reformar la Constitución, además de enjuiciar a los banqueros que se negaron a pagar las deudas que contrajeron. A diferencia de la atención prestada a los disturbios en Grecia, los medios de comunicación internacionales tradicionales (televisión y periódicos) trataron marginalmente todo este proceso, tal vez por su cualidad demasiado pacífica. A consecuencia de lo anterior el proceso en Islandia ha tomado el nombre de “Revolución en silencio”.

Más adelante, en varios países árabes del norte de áfrica, del 2010 al 2011, sucedieron un conjunto de protestas y alzamientos populares que se han denominado: “La Primavera Árabe” o “revolución democrática árabe”. Ignacio Ramonet identifica algunos motivos simultáneos para estos alzamientos4, entre algunos de ellos preponderamos por ejemplo en lo político la existencia en dichos países de dictaduras despóticas de partido único, los efectos negativos del intervencionismo estadounidense en la región y el conflicto árabe israelí.

En lo económico, los efectos de la crisis económica global de 2008 y la imposición del Fondo Monetario Internacional (FMI) a países como Túnez, Egipto y Libia de programas de privatización de los servicios públicos y severos planes de ajuste que empeoraron la calidad de vida de los más pobres y la clase media. Por último, relevante para nosotros en lo social: una población joven, sin muchas expectativas y posibilidades de superación económica y vida decente (a menos que sean parte del establishment de las autocracias).

Frente a este contexto, la inmolación del joven de 26 años Mohamed Bouazizi en Túnez es relatada como el inicio de la primavera árabe. No es casual que se tome como punto de inicio de la primavera árabe este hecho, ya que la mayoría de quienes salieron a las calles eran pues jóvenes. Así por ejemplo, las protestas en Egipto recibieron el nombre de “Revolución de los Jóvenes”.

Para finalizar cabe resaltar dos aspectos:

a) En los tres procesos anteriores existió un papel preponderante del FMI a la hora de proponer paquetes de rescate, préstamos y “sugerencias” —casi idénticos independientemente del país— sobre qué políticas y medidas económicas deberían tomar los gobiernos de Grecia, Islandia, Túnez, Egipto, etc.

b) Otro aspecto que ponderan los medios es que en los tres procesos mencionados existió en los jóvenes una forma y capacidad de organización nueva y muy eficaz a través del internet, redes sociales y tecnología móvil.

Constataciones y Updates

Después de este breve repaso de las características de estos cuatro movimientos o momentos revolucionarios, pasamos a algunas constataciones y actualizaciones generales para entenderlos. 

Primero, en las nuevas generaciones y por ende en los nuevos movimientos sociales que surgen de ella, existe un desentendimiento y desconfianza a la “información” que presentan los medios de comunicación tradicionales (periódicos, televisión, radio, etc.) Esto porque en los medios masivos tradicionales existe una forma específica de hacer llegar la información: el emisor del mensaje (televisión, periódicos, etc.) reproduce, transmite y entrega un producto comunicacional estático y acabado que no está sujeto a la intervención del receptor en tiempo real. El receptor es pasivo. En ese sentido, es solo una posición ideológica que se transmite al emisor.

A diferencia de lo anterior, el internet provee la elección libre de contenidos, visiones e ideologías contrapuestas, además de la construcción, reconstrucción y deconstrucción de la información en comunidad y en tiempo real. No existen productos acabados en la información de la web. En la mayoría de la información que se comparte en la web hay participación, comentarios y sugerencias, cooperación y ayuda mutua. De ahí que los nuevos movimientos sociales jóvenes produjeron exitosamente la organización de sus mítines y protestas al margen de los medios de comunicación tradicionales. Mediante el internet y las redes sociales, comunicaron sus necesidades, optimizaron estratégicamente los tiempos y lugares de encuentro, muchas veces sin que los medios tradicionales, gobiernos y fuerzas públicas de represión puedan adelantarse a sus pasos. Mediante el internet crearon redes de apoyo mutuo, permitiendo el intercambio de ideas y la construcción de significados compartidos (indignación) que confluyeron en acciones colectivas en las calles.

Sin embargo, aunque lo parezca, no es la tecnología en sí la que produce estas revoluciones. El slogan puesto por los medios a los disturbios plagados de jóvenes en Londres: “La revolución de los blackberrys” es grosera en ese sentido. La tecnología es nada más que un medio para que la voluntad individual y colectiva se manifieste y se organice.








En algunos medios tradicionales parece existir una intencionalidad de hacer ver a estos movimientos jóvenes con causa en la tecnología (el internet y los blackberrys), sin embargo no se informa o profundiza de las causas reales de las protestas y del descontento generalizado. Así pues, las causas profundas son en el fondo; sociales, económicas y políticas, al mismo tiempo que en un sentido más amplio existenciales y antisistémicas. En este contexto, la tecnología es solo un medio que hace más fácil socializar y compartir la indignación.

En la búsqueda de causas profundas, rescatamos una noción de Manuel Castells que nos da línea para avanzar: “el internet al permitirnos acceder a toda la información, aumenta la incertidumbre, pero al mismo tiempo es un instrumento clave para la autonomía de las personas (…) Cuanto más autónoma es una persona, más utiliza Internet (…) cuanto más controla una persona su vida, menos se fía de las instituciones”.

En esa línea, creemos que existe un desgaste y descrédito de las instituciones y formas democráticas tradicionales —a saber: el Estado, las instituciones públicas, económicas, comunicacionales, religiosas y financieras— que no están sabiendo representar la diversidad autónoma de los integrantes individuales de colectivos sociales también diversos. Es el caso de la demanda existencial de estos nuevos movimientos sociales jóvenes. Alain Touraine dice: “El sujeto es el deseo de construcción de una vida verdaderamente individual, pero que esto no se hace en el aislamiento, sino luchando en contra de la dominación de los mercados y de los poderes comunitarios, reconociendo al otro el derecho de ser sujeto.”

La indignación manifiesta en los nuevos movimientos jóvenes parece ir en contra de aquellos obstáculos ideológicos, políticos y económicos totalizantes y homogenizadores de las instituciones tradicionales, que no permiten la consecución de una vida decente, autónoma y plena como individuo-sujeto inserto en algún grupo identitario. Grupos identitarios que varían entre aquellos cuya pertenecía es decisión individual; opciones sexuales o ideológicas, o aquellos grupos en cierta medida determinados por la herencia y la cultura; generacionales, religión y grupos etno-culturales. En suma, la demanda existencial es el reconocimiento del sujeto social. Es una demanda de democracia ampliada. Una “Nueva Democracia” que reconozca la libertad del sujeto social en diversidad.