Santa Cruz y el Estado boliviano


POR BETTY TEJADA SORUCO

Todo Estado Unitario tiene un poder central en el que se da la cuádruple unidad: unidad de ordenamiento jurídico, unidad de autoridades gubernativas, unidad de gobernados o destinatarios del ordenamiento jurídico y de las decisiones políticas y unidad de territorio. Este Estado unitario compuesto, descentralizado y con autonomías, es hoy Bolivia.

En Bolivia, históricamente, el ‘poder central’ ha sido sinónimo de explotación y exclusión, de conductas dañinas, inmorales, criminales y lesivas a los intereses del Estado; obsecuente, servil y amigo de los intereses de las oligarquías de turno. Para muestra basta un botón. En su obra Manual de historia de Bolivia, Ruber Carvalho denomina “la edad de la vergüenza” el periodo liberal en que Bolivia pierde la mayor parte de su territorio a causa de “tratados vergonzosos” y “acuerdos viles”. Bolivia ha perdido más territorio en mesa de negociaciones que en guerras (526,546 km2 en guerras y 720,738 km2 por negociados).

El carácter centralista respecto al patrimonio y los bienes comunes ha sido de saqueo sistemático en nombre de un ‘desarrollo’ que nunca llegó a los pueblos. En la práctica, sólo negocios para unos cuantos. Es por esto que el momento de inflexión histórica que representa el año 2003 y sus acontecimientos, marca una ruptura importante con ese pasado; más allá de  quién coyunturalmente lo lidere (Evo Morales Aima) sea considerado por las élites cruceñas “enemigo de Santa Cruz” desde el momento en que fuera elegido presidente (2005). Esto apenas significa que antes de pensar calificar una gestión de gobierno, la dirigencia cruceña había decidido oponerse al nuevo modelo de Estado plurinacional. Los poderes del  Estado hoy se llaman ‘órganos’ porque el verdadero poder soberano radica en el pueblo.

El centralismo cruceño

Las élites cruceñas le dieron la espalda al proceso de cambio del Estado (2003) y declararon “traidores y sentenciados” a través de su más alta dirigencia a todo aquel que se atreviera a ir en contra del discurso oficial cruceño cargado de grandes contradicciones. Hasta se llegó a considerar la posibilidad de ‘trasladar’ el gobierno de Sánchez de Lozada a Santa Cruz; uno de los presidentes más ‘centralistas’, que juraba públicamente que él nunca permitiría autonomías. De ahí que Santa Cruz y sus relaciones con el poder central sean, hoy por hoy, tan hostiles. ¿Por qué las élites centralistas del poder en Santa Cruz no han podido trascender a lo nacional ni aún liderizando el proceso autonómico? En el 2009 fueron 9 los candidatos a la presidencia y vicepresidencia del país. Ni uno cruceño o cruceña. ¿Qué recursos de poder les faltaron y les faltan?, ¿cuál es la estatura política de estas élites? La visión hacendal, las vendettas secretas, los grandes vacíos y silencios cómplices para no dejar de ”ser” cruceño; han alterado y mutilado las relaciones sociales naturales. Esta suerte de ‘incesto’ para asegurar el poder at eternum ha entrado en franca crisis ante la inevitabilidad de encontrarse con ‘el otro’; y no en la calle de pasada, sino gobernando.


Lista de "traidores y sentenciados" de Santa
Cruz en http://quintacolumnistas.blogspot.
com/2007/10/nueva-lista-de-traidores.html
Se dice que Santa Cruz ha sido hospitalaria y siempre ha abierto las puertas a todos. Fácil discrepar con esta romántica idea, porque una cosa es el carácter del cruceño amigable y confiado y otra muy diferente el modelo institucional centralista cruceño excluyente, cerrado que se ha negado a abrir puertas a propios y extraños. ¿Por qué si no a partir del 2004, la dirigencia cruceña se ha sentido más alejada que nunca del Estado unitario y no sabe cómo relacionarse por cuanto sus conductores le son extraños en todo sentido? Joan Prats llamó “capitalismo de camarilla” a “una forma capitalista de mercado muy imperfecto y de baja institucionalidad formal, donde lo que prevalecen son los arreglos institucionales informales entre las élites económicas y políticas”. Toda esta institucionalidad de influencias por ‘debajo de cuerda’ sufrió un freno en seco de parte de un gobierno totalmente irreverente, opositor y cuestionador del poder tradicional cruceño. Y es aquí donde se siente la gran ausencia de otro poder, de un tipo de actor estratégico (individuo, institución, organización líder). Esa ausencia tiene origen en una dirigencia que, vía sus instituciones, niega al cruceño la posibilidad de aportar en el proceso de fundación del Estado plurinacional. El proceso constituyente en Bolivia es en sí un cúmulo de hechos sociales, de luchas y rebeliones contra la exclusión, la pobreza, la injusticia, de creación de espacios de pactos y rupturas; es una demanda de cambios y una construcción de cimientos fundamentales plurinacionales que nace de las entrañas del pueblo. La marcha por tierra, territorio y dignidad desde el indigenismo de oriente en 1992; la guerra del agua en el 2001; el rechazo al ALCA, las demandas de nacionalización de los hidrocarburos y constituyente, la caída del gobierno que expresaba el sistema centralista, neoliberal capitalista y el debilitamiento del Estado (2000-2003) y la asunción de un gobierno indigenista-campesino desde lo rural; (mas allá de que este gobierno sea de nuestro agrado o desagrado) anunciaba una ruptura estructural. ¿Dónde se ubicó la dirigencia de Santa Cruz en el momento de inflexión histórica? ¿Por qué Santa Cruz se ha sentido siempre ‘en vísperas’; es decir, cercana al poder central pero aparentemente fuera de él? ¿Por qué la autonomía propuesta desde Santa Cruz fue rechazada en occidente en las urnas? ¿Cuáles han sido los vínculos entre oriente y occidente? ¿Sólo económicos? ¿Están estos intereses económicos sintonizados con los intereses de toda la sociedad sin exclusión de ningún tipo? ¿En qué áreas estos intereses son similares a los del resto de la población del país, de la región, del mundo y en qué áreas son los mismos que benefician sólo a una élite económica acostumbrada a demandar privilegios para si, en nombre de ‘Santa Cruz’? ¿Qué está haciendo el resto del mundo con relación a las crisis globales; guerras, comida, combustible, narcotráfico, corrupción y qué Santa Cruz?

En su obra Descolonizar el saber, reinventar el poder, Boaventura de Sousa afirma que vivimos en tiempos de preguntas fuertes y respuestas débiles y plantea algunas vías para formular respuestas fuertes que no sean especulaciones de la imaginación utópica, sino construcciones teóricas surgidas de las realidades sociales, de las luchas y rebeliones en varios continentes. Al mismo tiempo analiza el pensamiento dominante ―construido a partir de las necesidades de la dominación capitalista y colonial― y propone combatirlo con una «epistemología basada en la ecología de saberes» y en la «traducción intercultural». En la base de su planteo está la idea de que la comprensión del mundo es mucho más amplia que la occidental y que por lo tanto la emancipación social debe ser repensada con la misma amplitud. Asimismo, Giacomo Marramao, filósofo italiano, propone una nueva ilustración política, un nuevo modelo de democracia, que apueste a un universalismo de las diferencias: “Digo siempre que hay que pensar en Kant, por un lado, y en Maquiavelo, por otro. Por un lado Rousseau, por otro Hannah Arendt. Una mezcla de contrarios. Tenemos que practicar una nueva Ilustración, una política universalista de las diferencias…´´

A Santa Cruz le hace falta una nueva ilustración porque su dirigencia e inclusive sus historiadores contemporáneos plantean modelos cuyo contenido tiene mucho más de nostalgia ‘de lo que fuimos ayer’ que relación con lo que somos hoy. Santa Cruz no puede vivir con un pié adentro y otro afuera, entre el pasado y el hoy; en un siglo XXI atravesado de urgencias comunes universales, hambre, colapso climático, guerras, narcotráfico, crisis del capitalismo; males de los que Santa Cruz no está ni ha estado al margen.

La dirigencia cruceña centralista autodenominada ‘autonomista’ rechazó el proyecto de constitución de principio a fin y no trabajó ni presentó propuesta alternativa alguna; pero además alejó el proceso autonómico del proceso constituyente al punto que hoy en día no se modifican los estatutos autonómicos cruceños porque se pretende modificar más bien la Constitución. Por esto es que cuando el estatuto autonómico cruceño plantea prácticamente la creación de una republiqueta con un tipo de federalismo belga (devolucionario de soberanía, inclusive) crea una copia exacta al sistema centralista que tanto daño le ha hecho a sí misma.
      
¿Cómo debe verse y comprenderse entonces a Santa Cruz en su relación con el Estado boliviano en el Siglo XXI?

Así como en el resto del país se evidencia la huella profunda de olvido y exclusión; lo mismo pasó en Santa Cruz con el poder centralista distante y extraño y con su propio centralismo de poder. Millones de Has. deforestadas, pueblos mineros explotados y empobrecidos, anillos de violencia e inseguridad integral, pésima calidad de servicios, (transporte, mercados, escuelas, centros de salud) fronteras olvidadas o vendidas a extranjeros y un rompimiento total del tejido social por la vía de la cooptación y la prebenda; ‘estrategia social’ que ha sido nefasta para el desarrollo de liderazgos genuinos.

El año 2010 Santa Cruz recaudó el 38.9% del aporte interno del país y es el departamento que genera el 60% de la producción alimentaria nacional. Gracias a la nacionalización de hidrocarburos y los impuestos incrementados, el ingreso por IDH y coparticipación se ha incrementado en los últimos 5 años en un 200%. No poca cosa, aunque en contraste; las cifras respecto al desarrollo humano, la democratización del capital, la democracia de la confrontación permanente entre propios y extraños; la desertificación de la tierra, los desastres naturales, los índices de violencia e inseguridad, dejan como resultado un ‘modus vivendi’ de crisis integral.

Santa Cruz debe proponerse verse a sí misma como un modelo de vida social, política, económica inteligente y para todos y replantearse sus relaciones internas antes de buscar respuesta a las externas. Debe desarrollar otro tipo de convivencia ‘para vivir bien’ porque reúne todas las condiciones para hacerlo. Si Santa Cruz se considera un motor económico, ¿qué le falta para ser un motor de buen vivir?: dejar atrás el ‘síndrome de aislamiento total’ sino se dan las cosas en la medida exacta del requerimiento de las élites político económicas desgastadas y agotadas; rígidas, repetitivas, ‘machaconas’, inmediatistas y carentes de imaginación para crear y recrear cada día la Santa Cruz que necesitamos.

El poder económico local sin proyecto político de vida común y futuro no basta. Lavarse las manos de lo que pasa en todo el Estado, incentivando odios; asumir una actitud crítica pero no propositiva ― ‘a mí no me echen la culpa’―, no es precisamente una buena política. Debemos pensar en algo más que la creación de mártires falsos. Lo nacional debe sentir que Santa cruz no solo es un motor económico donde todo el que viene hace plata; sino que viene a ‘hacer Santa Cruz’.

El ‘hacer Santa Cruz’ es el que no está definido en el ‘cómo’

Debemos superar el concepto de ‘hacer plata’ a costillas de empobrecer al otro aplicando la misma política extractivista, de explotación  y agotamiento de las fuentes naturales, de ‘trabajo a presión’, en medio de urbes saturadas de conflictos e invadidas de poderes gremiales abusivos y de administradores de la cosa pública caótica, burocrática y fácilmente corrompible. Debemos apostar por una nueva generación de dirigentes, una que se distinga de esa otra que no tiene más vocación que la de hacer conflictos para generar negocios propios y empobrecer más aún la calidad y calidez de vida. Hacer camarillas no es hacer Santa Cruz.

Debemos buscar un modelo de vida maduro, armonioso, productivo, pero no destructivo de la naturaleza; un modelo industrial empresarial de largo alcance; que sepa exactamente cuántos profesionales va a necesitar en 5 años y en qué áreas, para que un sistema universitario inteligente produzca lo que Santa cruz requiere, no lo que le sobra.

Debemos apostar también por un modelo industrial que en lugar de pasivos ambientales y fracturas sociales produzca industrias y empleo allá donde se extrae riqueza natural; en fin; planificación integral, autonomías que conozcan que tienen para no seguir construyendo lo que sobra y destruyendo lo que nos falta.

Nos hace falta un proyecto de vida en común integrada con otros valores que no sean los extractivistas economicistas. No están mal los miles de proyectos económicos individuales cruceños. Hay que alentarlos, copiar los exitosos; pero el individualismo extremo no construye sociedades.
Hoy en día, las multitudes demandan solidaridad, dignidad, soberanía, asuntos que rompen la lógica de mando, de partido, de logia y grupo.

Son millones en el mundo los que quieren un espacio para sobrevivir ante el colapso climático, la escasez de agua, de comida y la criminal explotación imperial. Lejos quedó el debate de teorías políticas eurocentristas porque estas no han podido salvar vidas, ni sacar de la pobreza a millones. Es necesario aceptar que Santa Cruz necesita una reingeniería  institucional total, con visión multifascética, universalista, una nueva vida política para no desperdiciarse. Santa Cruz se desperdicia. Las autonomías cruceñas pueden gestionar alternativas de ingresos económicos aprovechando sus extraordinarias potencialidades; pero muchas autonomías andan a la deriva sin norte, impresionantemente desinformadas. Los ‘territorios inteligentes’ son aquellos que contabilizan todas sus potencialidades y las aprovechan al máximo.

La Santa Cruz de hoy es un ‘cañón’ de riqueza social, natural, económica ecológica desaprovechada. El inmediatismo e improvisación en las decisiones de sus élites frenan el orden y alientan el caos. El problema de Santa Cruz es que su dirigencia cae presa en su propia trampa tarde o temprano. Posee una red de control asfixiante vía instituciones ‘cruceñas’ que cooptan dirigencias y achican en extremo los espacios democráticos positivos.

El gran capital: la juventud ignorada


Los jóvenes están estudiando para aceptar ser una ficha en un mercado frío de trabajo ‘a presión’ sin norte alguno respecto al rol en su sociedad. A la juventud hay que abrirle un gigantesco espacio y no la mera inclusión en la ‘frater’ en ‘la logia’ en ‘la comparsa’ y ahora las grandes ‘pandillas’ de poder distrital.  Por ejemplo, puede constatarse en los conversatorios que organiza la fBDM, esta línea de consigna ‘por Santa Cruz’. Todas posiciones rígidas sin matices, invariables, descoloridas —parcas todas—, estrategias viejas y, para colmo, siempre en pie de guerra. En la guerra no se construyen relaciones; se destruyen países, regiones, vidas. A Santa Cruz le hace falta refundarse porque se ha negado a ello en el proceso constituyente y este ha sido y es un error. M