Cambios de la correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa Departamental


Recomposición del campo político cruceño

REDACCIÓN: MOJÓN 21

Algo en Santa Cruz ya no es lo que era, las cosas definitivamente no son las mismas. Del momento del cabildo del millón a la actual situación política cruceña se evidencian cambios profundos en las estructuras del poder político cruceño. Entonces, ¿en qué consisten estas transformaciones que han acontecido en el departamento? ¿Qué ha cambiado en realidad?

A partir de lo sucedido en el seno de la Asamblea Legislativa Departamental de Santa Cruz (ALD), es posible encontrar el hilo que nos permita desenredar la madeja. No se trata de un hecho aislado sino que, junto con lo acontecido en las elecciones de la bancada parlamentaria cruceña, se pone de manifiesto que una gran transformación está ocurriendo en el campo político cruceño, particularmente en lo que hace a la élite local y la administración de su poder político. Siguiendo a Pierre Bourdieu se entiende por campo político aquél  campo, espacio, microcosmos de lucha y de poder. El campo político  está intercalado en el gran total del mundo social y es donde tienen lugar las pugnas entre todos los actores que se disputan la detención del capital político de una determinada sociedad.

Mala gestión de poder y cambio en correlación de fuerzas

La pugna por el curul indígena yuracaré-mojeño ha desembocado en cambios significativos en la correlación de las fuerzas políticas del departamento expresadas en la ALD como su espacio natural. Esta recomposición de relaciones deja ver claramente un resquebrajamiento en la unidad de la elite cruceña. Ésta, que venía actuando como un todo orgánico relativamente coherente, muestra hoy contradicciones y fallas en su cohesión. La explicación más sencilla es que se trata de una consecuencia de la poca habilidad política del oficialismo local, sin embargo es un fenómeno sintomático de una crisis ideológica y movimientos más profundos al interior de la élite local en la gestión de su poder político.


Rosmeri Gutiérrez Herbas, flamante
Asambleísta por el puebloYuracaré-Mojeño,

El 19 de mayo, Rosmeri Gutiérrez Herbas fue posesionada como asambleísta en la ALD por el pueblo Yuracaré-Mojeño con una votación favorable de 17 a 10. Este resultado fue logrado con el apoyo de un asambleísta de Verdad y Democracia Social (VERDES), otro de Nuevo Poder Ciudadano (NPC) y dos del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Esto expresa con claridad una fisura en el bloque “autonómico”. Después de la votación y posesión de Rosemary Gutiérrez como asambleísta del pueblo yuracare mojeño,  Rubén Costas dio una conferencia de Prensa en la que expresó su “rechazo y condena” a quiénes “cedieron en sus principios y se pasaron al MAS”. A su vez, personeros de la Gobernación (VERDES) señalaban en diferentes medios de comunicación que se había visto “quiénes están con Santa Cruz y quiénes no”.

La pérdida concreta de importantes espacios de poder locales constituye una circunstancia nueva que antes no había estado presente en el escenario local. Eventualmente, había facciones de la élite que se disputaban esos espacios, pero hasta el presente no se había cedido los mismos a elementos venidos desde fuera de la misma, tal como está sucediendo en el presente. El pacto denominado Alianza VERDES, del que participan –¿o participaban?- VERDES, NPC y Consenso Popular (CP), además de un ya extinto acuerdo de co-gobernabilidad con el Frente Amplio (MNR y Autonomía para Bolivia –APB-), constituía el instrumento que aseguraba la gobernabilidad y el control de la ALD a favor del oficialismo departamental. Sin embargo, luego de la votación vista, esto ha quedado en entredicho. Hasta el cierre de la presente edición de MOJÓN 21, el panorama acerca de la nueva elección de la directiva en la ALD era incierto y solo el MAS tenía un candidato designado.

Mutación política inconclusa, retorno de viejos y emergencia de nuevos actores  políticos

En el último año y medio, el cambio más significativo en el escenario político departamental ha sido el que ha tenido lugar al interior de la élite local. Ésta ha dejado de actuar como un todo articulado, la mutación política de antiguos actores no se consolidó y ahora los políticos que parecían nuevos, andan en su lógica tradicional y por el mismo camino, los empresarios se han replegado a sus espacios sectoriales a fin de recomponen sus relaciones con el poder central en consecuencia natural con sus intereses, los cívicos bregan con sus propias agendas y dificultades. y las logias –otrora actores activos aunque siempre reservados- se encuentran todavía lidiando con las consecuencias del caso Rózsa; finalmente, los medios de comunicación han optado por posturas más pragmáticas y se han desmarcado de posturas radicales. Este conjunto de transformaciones es por demás significativo. Si bien es un momento de crisis, es también una oportunidad necesaria para repensar a Santa Cruz. La visión del hombre y la mujer cruceña, y la realidad departamental en las que se sustentó el discurso de la élite cruceña quedó anclada en el imaginario de los años cincuenta del siglo pasado, en los días de la reivindicación por las regalías departamentales. Una actualización en la forma de comprender la nueva realidad del oriente del país y su relación con el Estado boliviano, a partir de circunstancias en las que Santa Cruz es protagonista central y ya no una geografía olvidada, se torna imperativa, necesaria y saludable.

El escenario actual, con una dirigencia tradicional con claras señales de resquebrajamiento e indígenas empoderados, abre nuevos escenarios en los que la élite departamental tendrá que moverse en condiciones adversas aunque más plurales y democráticas. Es posible advertir que esto está significando también, entre la población cruceña, la apertura a nuevas ideas y perspectivas desde las cuales es posible el surgimiento de un pensamiento político crítico, sin autocensura y miedos; algo indudablemente necesario para  mejorar nuestra practica democrática.

Agotamiento  discursivo y construcción de nuevos paradigmas ideológicos

Una vez consolidada la autonomía en la actual Constitución Política del Estado, dejó de tener un sentido pleno de interpelación al Estado central. En otras palabras, ha agotado su sentido movilizador. Esto es algo similar a lo que le ha acontecido al MAS con la agenda de octubre que, una vez en marcha, ya no les es suficiente como elemento cohesionador central del bloque en el poder. La ausencia de una nueva bandera discursiva capaz de generar cohesión se la ve con claridad al analizar los recursos retóricos de los políticos del oficialismo local, que se mueven prácticamente en su integridad dentro del tradicional estilo de la confrontación contra el gobierno central sin presentar alternativas creativas para reinventarse en la gestión de su poder político.

Por otra parte, la expresión política que constituye VERDES no solamente ha demostrado incapacidad para negociar con los representantes indígenas, sino que no ha terminado de entender la dimensión de la interpelación simbólica que se da en su contra cuando no se muestra capaz de contar con el apoyo de los pueblos indígenas del departamento. Lo anterior pone en evidencia el divorcio entre la élite cruceña tradicional y la Santa Cruz indígena, campesina y migrante. Han entregado la bancada de representación indígena originaria al MAS sin haber intentado seducir y generar alianzas con la misma.

Si bien desde la redacción del estatuto autonómico cruceño hubo un reconocimiento a los pueblos indígenas del oriente boliviano, éste fue apenas nominal y no implicó su empoderamiento real. Este aspecto, que varios analistas también critican en el MAS, no fue traducido en una nueva manera de relacionarse con éstas minorías. Hasta hace poco, los representantes indígenas que ocupaban los cinco escaños en el órgano legislativo cruceño estaban en segundo plano frente a las pugnas políticas entre la Alianza VERDES y el MAS. En cambio hoy, los cinco curules indígenas juegan el papel dirimidor en el supuesto que no se alíen de manera incondicional a ninguno de los dos bandos. En ese sentido, la correlación del poder político en la ALD ha cambiado. Es muy diferente  la praxis política del partido de gobierno en relación a la dirigencia cruceña. Los cuadros del MAS se muestran fuertemente cohesionados, con líneas de acción pragmáticas y ordenadas; este aspecto no tiene un correlato de igual magnitud entre el oficialismo local. Existe una diferencia de habilidades y capacidades políticas entre unos y otros.

La amenaza de declarar traidores a Santa Cruz a quienes actúen de modo diferente al esperado por la dirigencia local ya no es suficiente para imponer la cohesión al interior del bloque autonomista, máxime cuando ya pasó lo más duro del proceso de polarización política y social que vivió el país hasta 2010. El tiempo del pensamiento único en Santa Cruz, las listas negras, las muertes civiles y la violencia como mecanismo de coerción política finalmente parecen haber visto un final. De todos quienes habitan el departamento dependerá ahora que lo anterior se traduzca efectivamente en la creación y consolidación de valores, espacios, y estructuras verdaderamente democráticas y plurales. M