Carlos Dabdoub Arrién: “Se tiene que trabajar por un Comité más inclusivo”



El 6 de enero pasado, la Asamblea de la Cruceñidad aprobó ‘en grande’ la propuesta de modificación del Estatuto del Comité Cívico Pro Santa Cruz y determinó que su nuevo Directorio, en un plazo no mayor a 30 días desde su posesión –señalada para el 26 de febrero próximo– aprobase en detalle la reforma que permita reforzar la Institución Moral de los cruceños abriendo espacios a nuevos líderes, garantizando así la inclusión en la cruceñidad de aquellos otros que devienen en “cruceños por convicción o elección”.

M21. ¿Cómo se entiende la ‘cruceñidad’ desde el Comité Pro Santa Cruz? Y ¿Por qué se habla de la necesidad de redefinir al ser cruceño?
CD. La ‘cruceñidad’ significa la identidad de un pueblo que se viene construyendo a través de la historia. Es la expresión sociocultural de una comunidad. Por tanto, no es estática, cambia con el tiempo y va enriqueciéndose según los momentos que vivió o vive Santa Cruz. Bajo estas circunstancias, es que la cruceñidad ha pasado de un ‘cruceñismo de campanario’ o localista, a otro con visión nacional y universal. Hoy, bajamos la mirada para ver la tierra que nos cobija, pero también miramos hacia arriba para ver los satélites y el futuro, la modernidad y la globalización, la democracia y la igualdad de derechos o de género y los referentes culturales que han llegado hasta aquí, son factores pre- determinantes para definir el ‘ser cruceño’ del siglo XXI. En este aspecto, el Comité siempre ha promovido la preservación de esa forma de vida, siendo más notoria su actitud a partir del restablecimiento de la democracia en Bolivia, hacia 1983.
M21. ¿Cómo propone que sea el ser cruceño de las próximas generaciones?
CD. Para referirse al ser cruceño del futuro, se necesita entrar en un amplio debate con todos los sectores sociales para definirlo de manera adecuada; sin embargo, existen algunos valores intangibles que identifican al cruceño (y que por haberse desarrollado éstos durante varios siglos de un recio mestizaje, será difícil que desaparezcan): la libertad, el emprendimiento, la solidaridad, la alegría, su sencillez, la franqueza y la autoestima de ser lo que somos y por sobre todo, su modo peculiar de hablar, que identifica plenamente al hombre de estas llanuras.
M21. ¿Cuándo se realizó la última modificación del Estatuto del Comité Pro Santa Cruz? y, ¿qué opina de las nuevas reformas aprobadas para el Estatuto del Comité Cívico?
CD. La última reforma se hizo a comienzos de 1997 –hace 14 años–, durante la presidencia del Ing. Héctor Justiniano y la anterior a ésta en 1988, durante mi gestión. La reforma del Estatuto del Comité la vengo proponiendo hace casi 2 años, pero por razones que desconozco, su debate recién se realizó próximo a una elección. Este hecho, además de conocer el texto propuesto sobre la reforma estatutaria en la misma Asamblea, creó mucha susceptibilidad, produciéndose momentos de tensión entre los asambleístas. De cualquier manera, creo que nadie es contrario a una reforma. Tanto es así que la  Asamblea de la Cruceñidad determinó aprobar ‘en grande’ la propuesta y que el nuevo Directorio convoque en un plazo no mayor a 30 días de su posesión para su aprobación en detalle y revisión. Esto significa que no hay marcha atrás. Personalmente estoy de acuerdo en muchos aspectos con la propuesta, sin embargo, hay otros temas que habría que debatir o agregar como... el evitar el ‘prorroguismo’.
M21. ¿Qué opina de la apertura a otros sectores populares que se han planteado dentro del Comité Pro Santa Cruz? ¿Considera que es posible abrir espacios a los migrantes del occidente del país en los cargos directivos del Comité?
CD. Es un falso debate decir que recién ahora el Comité se abre a otros sectores. Quienes forman parte de cualquier sector popular en Santa Cruz, están ligados de manera directa o indirecta a una o más instituciones que son miembros natos del Comité, aunque también es cierto que algunos de ellos hoy tienen más relevancia que en el pasado. Me refiero a los pueblos indígenas autóctonos de Santa Cruz, por ejemplo. Además, cuando el movimiento cívico defiende derechos o lucha por algunos ideales, siempre lo hace pensando en los cruceños de nacimiento y también en los cruceños por ‘convicción’, aquellos que llegaron no sólo buscando la tierra prometida, sino que se sintieron identificados con el modo de ser de los cruceños.
M21. ¿Por qué cree que en la actualidad la representatividad del Comité Cívico es cuestionada? o ¿por qué se habla de una ‘crisis’ dentro del Comité?
CD. Una gran institución con una larga historia sobre sus espaldas –como es el Comité– es claro que tenga momentos de gloria y de pesadumbre. A todos los presidentes del Comité nos ha tocado vivir algo de esto. Sin embargo, se debe reconocer que actualmente nos hallamos frente a situaciones que desde mediados del siglo pasado no habían ocurrido en Santa Cruz. El amedrentamiento y la persecución gubernamental a muchas instituciones y líderes cruceños, la judicialización de la política, la crisis económica del Comité –entre otros asuntos–, han creado temor y hasta ‘nomeimportismo’ en la población, pero no creo que la representatividad del Comité esté siendo cuestionada... porque 60 años de arduo trabajo por esta región no se pueden cuestionar tan fácilmente. Tanto así que Santa Cruz no fuera lo que es hoy si no hubiera existido un Comité Cívico.
M21. ¿Qué efecto considera que tuvieron los hechos de tomas de instituciones públicas en el 2008 en la imagen que tiene actualmente la sociedad civil sobre la Unión Juvenil Cruceñista?, ¿considera que este hecho es una de las causas del debilitamiento del Comité Cívico?
CD. Fue un craso error la toma y peor todavía el saqueo de instituciones públicas. Las cámaras de televisión han mostrado mis esfuerzos por impedir aquello, aún a riesgo de ser agredido por la turba en aquellos momentos. Estos hechos fueron muy bien aprovechados por el gobierno para debilitar el movimiento cívico. Hubo una propaganda gubernamental despiadada para desacreditar a la dirigencia cruceña en todo el país. Pero también hay que recordar algo que algunos analistas y muchos periodistas olvidan. Era la tensión que se vivía en aquel momento. El cerco a Santa Cruz a cargo de los sectores sociales afines al gobierno y que se dirigían armados a la ciudad capital recordaba la entrada de las milicias ucureñas que masacraron vilmente a jóvenes universitarios en la década de los 50 del siglo pasado más la larga lucha autonómica que era combatida por el centralismo y los ‘acruceñados’ lugareños, habían creado una psicosis colectiva en todo el departamento.
M21. ¿Cómo evalúa la gestión institucional del Comité Pro Santa Cruz en el 2010?
CD. Hay que reconocer que ante la soledad y el apoyo de muchas instituciones cruceñas, el Comité supo mantener con firmeza y valentía la defensa de los derechos humanos, la democracia y la autonomía. Faltó más diálogo con los ex presidentes y tengo la impresión que algunas decisiones fueron más de carácter personal que de consenso.
M21. ¿Cuales considera que son los desafíos pendientes del Comité para el próximo año?
CD. Primero, aprobar un nuevo Estatuto después de un amplio debate con todas las fuerzas vivas de Santa Cruz, segundo, plantear una Agenda que marque el norte del Comité y de Santa Cruz para el próximo quinquenio y tercero, ser fiscalizador y denunciar los actos de corrupción, narcotráfico y otras acciones que mellen los principios y valores morales.
M21. ¿Cómo ve las futuras elecciones en el Comité Pro Santa Cruz? ¿Qué posible candidato considera idóneo para dirigir el Comité Cívico?
CD. Espero que los asambleístas no se equivoquen en elegir a los nuevos líderes, como en la elección pasada. En un artículo de prensa publicado a fines de 2009 dije que el formato institucional y la tipología de líderes en los últimos 20 años cumplieron su ciclo. Con sus luces y sombras, Santa Cruz fue conducida a lo que es hoy, un departamento autónomo y motor del desarrollo boliviano. Bien por lo hecho. Sin embargo, esta nueva década exige otro arquetipo dirigencial frente al vacío dejado en muchos casos por la élite actual. Dicho espacio en la sociedad civil debe ser renovado por nuevos líderes, que tendrán que surgir entre los profesionales, dirigentes e intelectuales ‘independientes’ de la clase media y popular. Se trata de confiar la conducción institucional en personas con buena formación académica, con vocación de servicio, sin ambiciones personales ni que estén comprometidas con grupos de poder e instituciones; ya pagamos caro cuando los intereses particulares o sectoriales primaron sobre los regionales y fue entonces cuando los cruceños perdimos momentáneamente la brújula de nuestro destino. M