El liderazgo cruceño tuvo su auge en los años 90. En esa época Santa Cruz tuvo un protagonismo político innegable que fue visible a través de la participación de sus representantes en cada uno de los gobiernos nacionales. Entre los años 1985 y 2002 no hubo gobierno que no tenga por lo menos cinco ministros cruceños en su gabinete. En 1985 se da la caída de la centralidad minera como referente económico del país y emerge entonces la centralidad agropecuaria. Ésta ha de conformar el así llamado modelo productivo cruceño que termina de fortalecerse y consolidarse en la década de los 90. La soya y particularmente el complejo oleaginoso es el que irrumpe con vigor y catapulta al aparato productivo cruceño. Esta nueva centralidad económica agroindustrial tiene como correlato al liderazgo político cruceño que se constituye en la representación orgánica de los actores cruceños. Esto se refleja de manera concreta en el hecho de que la política económica en materia agropecuaria estuvo manejada por los cruceños. Sin embargo, a partir del año 2003, este auge cae progresivamente hasta desvanecerse en 2008. Mojón 21 realizó en Santa Cruz un Estudio de percepción ciudadana sobre la autonomía, la representatividad, el liderazgo, la cohesión social y el futuro. Estas son las respuestas.
Sobre la crisis de liderazgo cruceño
A partir del 2003 el liderazgo cruceño deja de participar en el escenario nacional y se repliega al nivel departamental. Esto no se da por elección propia, sino porque el mismo deja de ser tomado en cuenta en la composición de los gobiernos de transición entre 2003 hasta finales del 2005. En este periodo, desde los niveles territoriales, articula su discurso en el eje autonómico y lo hace con mucho éxito pues logra posicionar el tema a nivel nacional. Ese repliegue del liderazgo cruceño al nivel territorial y la toma del eje discursivo esencialmente autonómico se da hasta finales de 2006. En ese año se matiza con las primeras confrontaciones contra el gobierno nacional ya posesionado en enero del 2005.
El cabildo del millón, en diciembre de 2006, marca el mayor pico de la capacidad de movilización y convocatoria del eje discursivo autonómico. Sin embargo este hecho, esa notable articulación social en torno al objetivo autonómico, no se traduce en un producto que satisfaga la expectativa ciudadana. A partir de diciembre de 2006 ese liderazgo tiende a desgastarse y encuentra su punto de inflexión. Ahí se da un momento de quiebre a partir del cual ya no existe una lectura correcta y objetiva de lo que estaba pasando en el país.
Los esquemas del proceso de polarización política mantienen su inercia. Esto hace que el gobierno sea percibido como el gran antagonista; la causa principal para la crisis de la dirigencia actual y el surgimiento de alternativas dentro del departamento. No son menores las otras dos razones apuntadas por los encuestados -las estructuras de poder locales y el desinterés colectivo- como motivos de peso que impiden el surgimiento de nuevos liderazgos adecuados a estos tiempos y los contenidos ampliados de la democracia boliviana.
Sobre la capacidad cruceña de proyectar una visión política nueva
El capitalismo más desarrollado de Bolivia está en Santa Cruz. Éste se consolidó en los 80 y 90. La limitación que ha tenido el liderazgo cruceño fue no poder interpretar correctamente la necesidad de un cambio a nivel político y económico. Se quedó anclado en una visión estrictamente neoliberal sin haber hecho el intento de flexibilizar el modelo productivo económico. No le alcanzó la capacidad para poder construir una propuesta alternativa desde Santa Cruz. Esto ha derivado en que no ha podido contrastar la propuesta legitimada desde el gobierno con discurso y contenidos sociales antes que macroeconómicos.
El liderazgo cruceño no ha logrado trascender los paradigmas discursivos del modelo neoliberal. La propuesta cruceña se legitimó en el ámbito estrictamente autonómico como forma de organización estatal, pero no se actualizó en el ámbito productivo y de relaciones económicas en el tejido social. El liderazgo cruceño se limitó a defender la validez del viejo modelo económico-político y no aceptó la necesidad de cambiarlo. Ahí radicó, entre otras cosas, la confrontación dura con el gobierno nacional. El liderazgo cruceño se sintió suficientemente fuerte para poder resistir la arremetida de las fuerzas sociales del occidente del país.
Existe una parte dura entre la población para la cual el acercamiento al gobierno es negativo; en el caso de la pregunta, se trata del que fue protagonizado por los empresarios. La mayoría ve esta aproximación con sus matices, que las tiene, y por ello ni son entusiastas ni tampoco tremendistas. El hecho de que un 57% de la población vea esta situación como regular, confirma lo anterior. Evidentemente se percibe a los intereses económicos como el principal móvil para el acercamiento con el gobierno. El caso Rózsa queda en un segundo plano muy distante. Esta percepción está reforzada por el alejamiento fáctico de los actores económicos cruceños de los espacios políticos en el departamento.
Santa Cruz se constituye, por sus características productivas, en el modelo capitalista más desarrollado en Bolivia. Consecuentemente, ha sido el espacio territorial más propicio para el crecimiento y desarrollo del neoliberalismo. En lo concreto, esto sigue siendo así. Por ello el gobierno nacional, que es el bloque de poder, identifica a Santa Cruz como el epicentro del proceso de cambio y a los actores políticos cruceños -el liderazgo opositor- como el principal enemigo. No es casual que de ahí salga la burguesía o la oligarquía latifundista que era el objetivo principal a ser derrotado por el gobierno. Aquí se genera la primera gran desigualdad en términos de correlación de fuerzas y ésta es la razón por la que, en la confrontación estructural que se dio en los últimos 5 años, el gobierno del MAS haya resultado teniendo mayor apoyo que la estructura de poder anclada en el oriente boliviano.
Sobre el éxito del MAS a diferencia de la elite cruceña
El acierto del MAS fue interpretar las aspiraciones de la mayoría indígena. Santa Cruz y su liderazgo, si bien se expresaron a través de su dinámica y emprendimiento económico, no tuvieron un igual desempeño político en la distribución del poder y de los excedentes. La crisis de liderazgo, complejización de la realidad, carencia de rumbos claros, ausencia de señales reales y concretas del gobierno nacional a favor de las demandas e intereses cruceños-, determina una visión pesimista sobre el futuro del departamento. Una percepción que podrá ser o no validada en el tiempo solo dependiendo de la capacidad de los cruceños para rearticularse, reinventarse y cohesionarse en torno a nuevas banderas. En Santa Cruz, el liderazgo tradicional concentró mucho poder en pocas manos. La elite cruceña fue muy celosa con su poder político y no lo cedió a nadie. Es cierto que no hubo tampoco nadie quien se lo dispute; la hegemonía era absoluta. De ahí que la construcción ideológica de la elite cruceña fue armoniosa y fácil, en tanto la ausencia de una fuerza antagónica significativa que le obligue a transferir poder. La acumulación de poder político e ideológico fue hegemónica, particularmente en el último medio siglo. Lo que hace el MAS es cuestionar esa concentración casi absoluta en manos de pocos. Lo que el MAS representa es justamente la incorporación de los que nunca tuvieron poder. Esa es la razón del éxito del MAS. Las grandes mayorías de este país -los indígenas y los mestizos pobres-, estuvieron en la periferia; al margen del poder y excluidos de la política y de la economía. El MAS plantea su inclusión en la estructura estatal y su acceso a la distribución de la riqueza. Más allá de que la vida haya cambiado o no en la gran mayoría de los bolivianos, la realidad incuestionables es que hoy los indígenas tienen poder; algo que nunca antes tuvieron. Eso ha hecho muy poderoso al liderazgo del MAS y ha debilitado a las elites cruceñas; a un liderazgo cruceño todavía muy exclusivo.
Sobre la distribución del poder, la representatividad y la legitimidad
Con todo lo que se le pueda observar, la Gobernación es el principal referente político del departamento. Aunque la ciudadanía pueda no lograr una conciencia plena sobre la forma en la que el nivel departamental incide en su vida cotidiana, sí existe una identificación entre su problemática y demandas con el contenido ideológico expresado desde el Gobierno Departamental. El reto del liderazgo cruceño está en su capacidad, o no, de poder construir un nuevo eje ideológico y discursivo. Del 2003 al 2008 la bandera autonómica se agotó estrepitosamente. La derrota en el escenario político ha sido recurrente. No hay ahora iniciativa política ni emergencia de nuevos liderazgos porque no se ha renovado el enfoque estratégico; no hay un norte definido. Es necesario construir una nueva visión para el siglo XXI. Santa Cruz debe ajustar su fuerza productiva, hacerla más eficiente y articular mejor las relaciones dentro de la sociedad. El discurso tradicional fáctico del cruceñismo, como centro de la propuesta, se ha agotado. Es necesaria una nueva visión de futuro que permita potenciar los recursos humanos, defender la riqueza natural y trabajar en temas centrales tales como sostenibilidad y competitividad. Es urgente una nueva forma de administrar el poder. No es coherente y resulta anti histórico que en este nuevo periodo se siga queriendo concentrar el poder como se lo hacía hace 30 años atrás.
Aunque la ciudadanía desconoce en los hechos de qué se trata el funcionamiento del nivel departamental, efectivamente existe un vínculo de identificación política que trasciende esa carencia. El poder cruceño tiene que redistribuirse. Como referente está la autonomía y todo lo que está pasando en el mundo a partir de la emergencia de los poderes territoriales. El modo de gestionar el poder de una manera vertical ha hecho aguas. Santa Cruz debe encontrar un modelo más democrático, más horizontal, y eso no es fácil. Es necesario construir confianzas entre los actores; algo para lo que hasta ahora no ha existido capacidad. Los nuevos cruceños, no necesariamente nacidos en Santa Cruz, son ciudadanos con todos los derechos a quienes hay que incentivarlos para que sean parte de la gestión del poder político y de la construcción de futuro de Santa Cruz. El reto actual es construir liderazgos para que catapultar a Santa Cruz plenamente dentro del siglo XXI. Son necesarios liderazgos renovados, genuinos y sin diferencias de género. El rol de la mujer cruceña debe trascender la mera conducción de instituciones de beneficencia, hasta abarcar finalmente una gobernación, un gobierno municipal, una cooperativa de servicios públicos o cualquier otro espacio. Hay que ir más allá de la aritmética en la igualdad de género demostrando efectivamente que todos somos iguales. Ese es un tema insoslayable para situar a Santa Cruz en el periodo histórico moderno.
Aunque la ciudadanía desconoce en los hechos de qué se trata el funcionamiento del nivel departamental, efectivamente existe un vínculo de identificación política que trasciende esa carencia. El poder cruceño tiene que redistribuirse. Como referente está la autonomía y todo lo que está pasando en el mundo a partir de la emergencia de los poderes territoriales. El modo de gestionar el poder de una manera vertical ha hecho aguas. Santa Cruz debe encontrar un modelo más democrático, más horizontal, y eso no es fácil. Es necesario construir confianzas entre los actores; algo para lo que hasta ahora no ha existido capacidad. Los nuevos cruceños, no necesariamente nacidos en Santa Cruz, son ciudadanos con todos los derechos a quienes hay que incentivarlos para que sean parte de la gestión del poder político y de la construcción de futuro de Santa Cruz. El reto actual es construir liderazgos para que catapultar a Santa Cruz plenamente dentro del siglo XXI. Son necesarios liderazgos renovados, genuinos y sin diferencias de género. El rol de la mujer cruceña debe trascender la mera conducción de instituciones de beneficencia, hasta abarcar finalmente una gobernación, un gobierno municipal, una cooperativa de servicios públicos o cualquier otro espacio. Hay que ir más allá de la aritmética en la igualdad de género demostrando efectivamente que todos somos iguales. Ese es un tema insoslayable para situar a Santa Cruz en el periodo histórico moderno.
En lo que hace al nivel municipal, la situación es inversa al de la Gobernación. La ciudadanía sí comprende la incidencia de éste nivel en su realidad y, aunque la considera positiva en un 66%, no hay una identificación con el liderazgo existente en el mismo. Solo un 28% ve reflejada su representación en su alcaldía. Vale la pena apuntar que en las elecciones de abril de 2010 Percy Fernández fue electo con una votación por encima de la lograda por Rubén Costas.
Sobre los ciudadanos cruceños, huérfanos entre dos poderes: la elite cruceña y el MAS
El liderazgo cruceño tiene un rasgo que lo distingue de los otros liderazgos regionales: el explosivo manejo de los grupos de poder más importantes. Tiene una carga de construcción artificial y en eso incide significativamente el hecho de que los grupos de poder que se expresen a través de las logias, por medio de las cuales copan las principales instituciones del poder político en Santa Cruz. En la lógica de los grupos de poder cruceños no es líder el genuino, el que emerge de abajo articulando verdadera representación de las mayorías, sino aquel al que se lo designa como tal; quien, siendo parte de la hermandad de los Caballeros del Oriente o de los Toborochi, tiene delegada una función. Es una especie de democracia atrapada por estos grupos que lo que hacen es instrumentalizar el ejercicio del voto para poder formalizar la elección de un líder que responda a sus intereses. Aquí juega mucho la prebenda como mecanismo de poder. Como efecto queda una democracia ficticia castradora de los liderazgos populares.
Pese a la crisis de liderazgo y de rumbo político, el Comité Cívico Pro Santa Cruz sigue siendo un referente muy importante para la ciudadanía cruceña. Esto se puede comprender a partir del enorme capital histórico acumulado por el CCPSC a lo largo del tiempo y que hace a la memoria de largo plazo del hombre cruceño. Sin embargo es también significativa la emergencia de una visión crítica que considera al mismo como la expresión de grupos de poder e intereses sectarios antes que de todos los habitantes de Santa Cruz. Un par de ejemplos: los líderes de la juntas vecinales perpetuos que están y lo son desde hace más de 20 años; los supuestos líderes indígenas que están apegados al Comité Cívico –a quienes nadie dirige. Es decir, están ahí porque son amigos, son útiles, son instrumentos en ese momento de determinada actividad. Por lo tanto, este rasgo hace que los liderazgos en Santa Cruz no emerjan, que sean genuinos y representativos.
Existe, evidentemente, una lectura bastante democrática de la ciudadanía respecto a cómo debería manejarse la así llamada institucionalidad cruceña y las estructuras de poder en el departamento. Se tiene una conciencia de apertura y de igualdad de derechos. La excepción la constituyen los cargos electos por voto popular -es el caso de alcaldes, concejales y asambleístas-, que caen fuera de la hegemonía de los grupos de poder. El voto universal por el cual ha sido electo el gobernador, el alcalde, los concejales y los asambleístas, fortalece la democracia y es lo único que faculta ejercer libremente el derecho a votar por un líder. Lastimosamente esa no es la regla en muchos de los espacios de poder político existentes en Santa Cruz. Así estamos. M
El Estudio de percepción ciudadana fue realizado por la Consultora PROCESUSS S.R.L para la Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria - fBDM. Santa Cruz de la Sierra, enero 2011. Todos los datos se presentan en % de una muestra de 385 encuestas.