El autor es Politólogo. Jefe de Unidad del Observatorio Político Nacional de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.
Cuando hablamos de los roles de los liderazgos, muchas veces es importante reflexionar acerca del entorno en el cual se construyen y se forjan estos. Ello es importante porque finalmente de alguna manera el líder es el que conduce y proyecta las aspiraciones de un sector de la sociedad. Liderazgo es el arte de influir sobre las personas para que se esfuercen voluntariamente en lograr las metas del conjunto.
Bajo la mirada de la sociología y la ciencia política, citando a Max Weber y a David Easton, el liderazgo está muy relacionado al concepto de autoridad, poder e influencia. Desde esta perspectiva, el poder se ejerce de dos maneras, por medio de la fuerza o coerción o a través de la persuasión.
El ejercicio del liderazgo, en una democracia formal, para que sea ejercido con eficacia tiene que estar dotado de legitimidad, entendida ésta en términos de gobernabilidad democrática, como la aceptación del mando porque se entiende que el que manda tiene el justo título para hacerlo.
Desde esta perspectiva, me permito introducirme en el debate que viene siendo de fondo en el escenario político actual de la realidad cruceña, basado en el estudio realizado por la revista Mojón 21 con relación a las características de población en Santa Cruz, estudio que denota la pluralidad de lo que hoy por hoy se constituye como ‘la cruceñidad’.
Santa Cruz ya no es la misma
Primeramente, los datos del estudio publicado en la revista Mojón21 bajo el título “Migración y transculturalidad en lo cruceño: radiografía de la Santa Cruz profunda” trata de develar la nueva configuración poblacional de Santa Cruz y hace algunas reflexiones acerca del comportamiento de los liderazgos frente a esta realidad, en el marco de nuestra democracia. En esta ‘radiografía’, podemos observar las siguientes características de la Santa Cruz actual que voy a tomar como referencias para el análisis:
1 - La población cruceña en un 40% tiene una ascendencia de origen de otros departamentos.
2 - Entre el 60% y el 66% consideran que la pertenencia étnica no es relevante a la hora identificarse y de relacionarse.
3 - El 87% se autoidentifica como cruceño a pesar de su ascendencia.
4 - El espíritu cívico es compartido entre lo regional y lo nacional.
A partir de estos datos, podemos afirmar que hoy Santa Cruz es la ciudad más cosmopolita de Bolivia y, en ese contexto, la configuración de sus liderazgos será marcada por la capacidad que éstos tengan de representar a esta diversidad en su complejidad.
Esta realidad, que se complejiza cada vez más con la afluencia de otras culturas, ha ido modificando también la cultura política de nuestra sociedad. Las condiciones con las cuales se construyeron los liderazgos a partir del ‘Memorandum de 1904’, están sostenidas en una fuerte reivindicación regional frente al andinocentrismo, denotando una importante presencia del movimiento cívico que se identificó inicialmente con el denominado “partido regionalista” durante las décadas del treinta y cuarenta, con el Comité Pro Santa Cruz en los años cincuentas y sesentas, que además promueven la creación del Comité de Obras Públicas; y a través de las alianzas con los gobiernos militares en la década de los setentas (FSB) y las alianzas políticas partidarias a partir de los ochentas (MNR-MIR-ADN).
La dirigencia tradicional cruceña aún no logra aclarar sus rumbos. Lejos de reinventar sus contenidos discursivos, persiste en anclarse en visiones que no incorporan los referentes de la actualidad del departamento y del país; tampoco logran salir del antievismo como prácticamente único recurso discursivo. El tamaño, la importancia y el protagonismo de Santa Cruz en el país no logran todavía ser lo suficientemente bien entendidos ni asumidos por la clase política tradicional del departamento. Todavía existe un imaginario recluido en la Santa Cruz nostálgica de medio siglo atrás, cuando todavía esta era no la región que es en el presente. Asumir la formulación de una propuesta política, social y económica para este departamento necesariamente pasa por proponerle algo al país en su conjunto. Los contenidos del discurso tradicional cruceño no se han planteado horizontes nacionales y por lo tanto ya no alcanzan ni
para el bien de los cruceños ni mucho menos para el de los bolivianos.
Los liderazgos de la dirigencia tradicional cruceña no han sido forjados en la lucha desde las bases. Al contrario, ha sido siempre desde el poder económico que se han elegido a quiénes serían nuestros representantes políticos. Esto, sumado a todo lo anterior, ejemplifica muy bien las dificultades por las que atraviesa la élite local a la hora de renovarse. Por su parte y en su propio ámbito, el Movimiento Al Socialismo (MAS) se consume con liderazgos burocráticos que funcionan sólo hacia su interior. especialmente porque no muestra estar interesado en generar un discurso para y a partir de la realidad cruceña; a esa guisa, el liderazgo de Evo Morales parece bastarle a la representación local del oficialismo nacional.
Ahora bien, la única fuerza en el campo político cruceño que se iza con ganas, capacidades organizacionales y contenidos discursivos propios son los indígenas del departamento. Ellos sí tienen liderazgos genuinos —salidos desde sus bases— actores que se han forjado en la pugna misma, en y desde sus movilizaciones. La esperanza de la renovación parece venir de su lado.
Pablo Javier Deheza
La fuente del poder político cruceño
Una particularidad en los liderazgos cruceños ha sido su origen o fuente de poder. Los liderazgos políticos en Santa Cruz se han articulado a partir de dos sectores específicos, el agropecuario y el cívico regional.
Para Reymi Ferreira y otros autores como Luis Andia y Nelson Jordán los grupos secretos de poder (Logias) han tenido mucho que ver en la construcción del poder en Santa Cruz. Esta hipótesis es difícil de comprobar dado que, de acuerdo a las investigaciones que ellos mismos proporcionan, son grupos que nacen a principios de los ochentas y tienen muy poca relevancia en la construcción de liderazgo político.
Lo que sí es evidente, es que fueron determinantes para evitar que las burocracias estatales definidas desde el gobierno central tomaran las cooperativas de servicios básicos (COTAS, CRE y SAGUAPAC) promovidas desde el Comité de Obras Públicas, siendo éstos los principales impulsores de la expansión del sistema cooperativo para la prestación de servicios de telefonía fija, luz y agua.
Como se puede apreciar, la base de cohesión social y de articulación política de los liderazgos ha venido siendo la reivindicación de los intereses regionales, traducidos en un discurso y una acción política orientada inicialmente a la participación del proceso de acumulación estatal en las luchas por el 11% de las regalías petroleras, en la construcción de un patrón de desarrollo agroproductivo capitalista, y en la defensa del sistema productivo agroindustrial.
La Santa Cruz del Siglo XXI
En tal sentido, hoy, en la Santa Cruz del Siglo XXI, debemos preguntarnos si dada la nueva configuración social de Santa Cruz donde a partir de ella se ha diversificado la actividad económica productiva hacia otros sectores (construcción, comercio, banca, industria y servicios) y de los problemas sociales como consecuencia de las migraciones ¿será que el discurso tradicional de reivindicación de lo regional puede ser sostenible en el corto y mediano plazo como soporte de los liderazgos vigentes? Y más aún, a partir de este esquema ¿es posible generar un proyecto político nacional?
Definitivamente no. Los liderazgos en este nuevo escenario sociopolítico, se van a ir consolidando a partir de un cambio de paradigma. Necesariamente.
Ni el paradigma del Estado Plurinacional es viable en una realidad cuya base social es precisamente lo inter y transcultural; ni el paradigma autonómico puede funcionar desde la concepción de lo regional.
El desafío radica precisamente en cómo a partir de una visión inclusiva se empiecen a dar respuestas sólidas a los problemas de una sociedad compleja con una importante incidencia de lo nacional, y cómo las élites locales tradicionales y emergentes, asuman como propia esa realidad y la proyecten en una propuesta ideológica y discursiva democrática de oportunidades, modernidad y desarrollo para los propios, para los que vinieron y para los que vendrán; y que además pueda ser el referente de desarrollo y modernidad en el plano nacional.